Ni un agravio  sin respuesta
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Opinión

Ni un agravio  sin respuesta

 


Carlos Javier González / El Financiero

Lo más claro que dejó la marcha a favor de la defensa del INE es que Andrés Manuel López Obrador -en un table dance político- se quitó la máscara y se ha descarado al dejar ver con prístina claridad que él no se asume como jefe del Estado mexicano. Él no es presidente de todos los mexicanos, sino sólo de los que comparten su proyecto. Odia a las clases medias sin más miramientos, las odia por puritito deporte y no lo oculta. Poco importa, que esto implique manchar la investidura del jefe de Estado, para quedar como un simple líder de los que le creen y lo alaban.

Tal vez López Obrador pensaba que las clases medias nunca iban a despertar, porque durante cuatro años no reaccionaron ante todo tipo de insinuaciones, insultos, sobajamientos y señalamientos injustos y generalizados que siempre se decían con una gran ambigüedad para que nadie lo tomara como algo personal. Tal vez López Obrador pensaba que las clases medias no reaccionaban porque no defendían a los líderes de los partidos que, según su visión personal representan a tan odiado sector. Pero el presidente se equivocó, las clases medias no defienden a los líderes de los partidos ni a los políticos que tanto ataca, porque no se sienten representadas por ellos. No conozco a nadie que en plena conciencia defienda al traidor de Alito Moreno; al soporífero Marko Cortés o a los veleidosos Zambrano o Dante Delgado. La verdad es que la clase media no se refleja en ninguno de estos políticos que buscan más su interés personal que el interés social.

Pero en esta ocasión, López Obrador pasó el límite: Ofendió directamente a los ciudadanos que marchamos el 13 de noviembre en ejercicio de nuestros derechos. Nos llamó de todo, no sólo a los líderes de la oposición, sino que en una actitud cobarde y ventajosa, usa todo el peso del Estado para atacar a los ciudadanos que difieren de su proyecto. Pero las clases medias mexicanas son en su mayoría producto del esfuerzo y del trabajo, muy resilientes y echadas para adelante cuando se sienten agraviadas. Hasta ahora, se ha respetado la investidura presidencial, aunque el propio presidente no lo haga. Y parece ser que las clases medias han tomado la decisión de no dejar ni un agravio sin respuesta. Las reacciones son cada vez más activas, dejando la pasividad en que se aguantaban los insultos por respeto a la institución presidencial; que se pretendía establecer un debate de argumentos con los defensores a ultranza de la 4T que sólo alcanzan a articular insultos y descalificaciones. Esto parece haberse acabado. Al presidente le han tocado ya varios reclamos directos de ciudadanos en sus vuelos al interior de la República, y lo que no parece haber comprendido López Obrador, es que la clase media le perdió el miedo. Ojalá que el presidente se detenga en sus insultos y agravios antes de que también le pierdan el respeto.

Se avecinan días complejos, con una clase media empoderada, sabedora de su peso específico y en ciernes de organizarse al margen de los partidos en los que nadie confía. Muchos estamos esperando la traición del PRI de Alejandro Moreno, que tal vez no lo hará al votar la reforma constitucional electoral que la ciudadanía mató el pasado día 13, pero que muy probablemente lo haga al momento de la elección en la Cámara de Diputados de los cuatro nuevos consejeros electorales. En la Cámara manda Alito en su fracción, y sus tendencias a la traición son grandes y están comprobadas. No se le puede quitar el ojo al PRI y deberán tener marcaje personal.

Es momento de que ese impulso que trae la clase media la lleve a no dejar insulto o agravio sin respuesta, que mande el mensaje al presidente y a sus simpatizantes que ya estuvo bueno, que sus insultos y desprecios son injustos y malintencionados. En redes sociales, en conversaciones que muchos hemos evitado en familia para evitar reacciones desproporcionadas del familiar pro-4T, en opiniones de analistas que de la nada concluyen y generalizan que la clase media es nociva —aunque ellos mismos formen parte de dicha clase—, entre otros, habrán de encontrar en el futuro una respuesta a cada agravio que se haga a las clases medias. Como diría el presidente, fuera máscaras y dentro de ese desprenderse de las máscaras, habrá de encontrarse a esa parte de la sociedad que sabe argumentar y no insultar, que sabe trabajar y no pedir, que sabe establecer límites sin faltar al respeto. A partir de ahora, a cada agravio vendrá una respuesta.

*Abogado