El informe y los otros datos
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Opinión

El informe y los otros datos

 


 Eran los tiempos de la hegemonía de un solo partido. Durante el presidencialismo, el poder ejecutivo avasallaba a los demás poderes. Dentro de toda la faramalla, el presidente verdaderamente informaba al pueblo, ya que leía de viva voz su informe desde la más alta tribuna. Todos los canales de televisión y estaciones de radio transmitían el mensaje. Posteriormente, a partir de 1997 y sobre todo después del año 2000, la ceremonia se transformó. El presidente ya no leía su informe, solo lo presentaba en el Congreso de la Unión, directamente o a través del Secretario de Gobernación.

Durante el sexenio de Vicente Fox, se le pidió escuchar los posicionamientos de los partidos políticos. Mientras que, durante el sexenio de Felipe Calderón, éste ofreció no solo escuchar las posiciones de los partidos políticos sino también contestar esos mismos posicionamientos; sin embargo, contrario a lo que siempre se demandó, no se le permitió ni escuchar, ni contestar a los posicionamientos. En el sexenio de Enrique Peña Nieto, se mantuvo la misma tónica.  Ya durante el presente sexenio de Andrés Manuel López Obrador, aunque tiene una amplia presencia de apoyo en las cámaras, ha preferido no presentarse y solo dar un mensaje a modo, como se acostumbra desde el sexenio de Fox.

Sin embargo, el presidente tiene mucho que informar. A pesar de que se le pretende dar una cara optimista al informe, lo cierto es que en prácticamente en todos los rubros hay retroceso. Independientemente del impacto ocasionado por la pandemia, las medidas tomadas para su contención y de factores externos. Lo cierto, es que existen políticas erradas que tienen ya un impacto negativo para la población.

En materia económica, el fantasma de la inflación regresa, aunado a la falta de crecimiento. Muy lejos quedó la promesa de crecer al 4%. Mientras tanto, la inflación sobrepasa ya el 8% y sigue aumentando. La acelerada alza en el precio de los alimentos impacta sobre todo en los más pobres.

En materia de salud, lejos de mejorar, nuestro sistema se asemeja más al de un país africano de poco desarrollo que al de Dinamarca. Además, se ha disminuido la cobertura de enfermedades en los servicios de salud. La carencia de vacunas es alarmante. Actualmente los niños no están recibiendo su cuadro de vacunas completo y las campañas nacionales de vacunación desaparecieron.

En materia de seguridad, el número de homicidios rebasa cualquier cifra del pasado. Con una Guardia Nacional militarizada, a cuyos elementos destinan a patrullar ciudades y a cuidar el metro; así como, un ejército dedicado a todo, menos al combate a la delincuencia organizada. Todavía no queda claro cómo se están combatiendo las causas que generan la violencia. Verdaderamente se abraza a los criminales.

En materia educativa, la deserción escolar es alarmante después de las medidas tomadas para combatir la pandemia de Covid-19. Aunado a cambios en los planes de estudio donde se pretende privilegiar el adoctrinamiento ideológico sobre el conocimiento científico.

Se presume el ahorro logrado por las medidas de austeridad y el supuesto combate a la corrupción, sin embargo, no se rinde cuentas sobre la aplicación de ese recurso que sobrepasa el billón de pesos.

Se presumen los programas sociales, que no son otra cosa que repartir dinero. Por supuesto, este tipo de programas tiene un efecto inmediato que se traduce en votos a favor del actual régimen. Pero las consecuencias se sentirán en los próximos años, porque se están dilapidando recursos que formaban parte de fondos y presupuestos destinados a fines específicos y que ha costado tiempo fortalecerlos.

Ni se diga sobre el tema del Estado de Derecho, ya que es el mismo presidente quien desdeña e incumple la ley.

Anteriormente, las cifras presentadas en el informe eran auditables, hoy en día las cifras se esconden bajo los otros datos que nadie conoce.

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