Amor romántico, consumismo y violencia
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Opinión

Amor romántico, consumismo y violencia

 


Como cada año, febrero se ve inundado desde su primer día con la publicidad de corazones rojos, flores, chocolates, regalos y la permanente invitación a “celebrar el amor”. Aunque la pandemia por Covid-19 puso a prueba la capacidad de resiliencia y empatía de la humanidad ante la muerte de personas amadas, originando permanentes encontronazos de sentimientos y emociones, esto del amor romántico y sus mitos parecen incólumes.

¿A quién le conviene su existencia? ¿Por qué es importante que las generaciones más jóvenes e incluso las infancias aprendan sobre el tema? ¿Qué papel juegan los estereotipos de género y la subordinación de las mujeres en las relaciones de pareja? 

Estoy segura que más de una persona, levantando una ceja, dirá que no tiene nada de malo en seguir profesando el mítico estereotipo del príncipe azul valiente, protector, salvador de algún peligro (real o no) a su frágil amada-obediente-sumisa-complaciente-siempre en espera-dispuesta a todo incluso a “sufrir por amor”; sacrificarse también, con lágrimas incluidas, porque el amor todo lo puede, y por que “siempre ha sido así”.

Pero, no. No siempre ha sido así. El amor romántico como hoy lo conocemos es una construcción social exportada de Europa al mundo como resultado de los cambios que supuso la Revolución Industrial y la caída del Antiguo Régimen. Los mitos del amor romántico son muy útiles para perpetuar, por un lado, relaciones de pareja desiguales, y por el otro, el hiperconsumismo que es combustible para la economía de mercado. Otras formas de relacionarse y construir vidas en pareja son posibles, deseables y necesarias para que las personas, pero principalmente las mujeres, puedan ser libres de vivir el amor como una “experiencia gozosa”. Siguiendo a la Doctora Coral Herrera: “por amor, las mujeres nos sacrificamos, nos dejamos anular, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestras redes sociales y afectivas”

Diversas especialistas, como Wendy B. Charkow y Eileen S. Nelson, han analizado cómo a las mujeres adolescentes se las socializa en el amor y la dependencia, y se les achaca la responsabilidad y misión (con culpa incluida) de que la relación se mantenga y la consideren como básica para su supervivencia y su felicidad, como su posible único refugio en un mundo convulso.

En momentos de la humanidad donde las tecnologías y las redes sociales se tornan medios de comunicación e información primordiales, es preciso priorizar la idea de la autodefensa emocional, poniendo límites. Herrera, quien también es feminista nos indica: “nos han hecho creer que el trabajo gratuito de casa es amor” y que existe un paraíso y milagros románticos.

Es preciso y urgente cambiar la forma de aprender y entender el amor romántico y desmitificarlo, por la salud psico-emocional de tantas parejas, pero, sobre todo, de tantas mujeres que son infelices, e incluso, sufren violencias por parte de sus parejas, pese a que “aman tanto”.