¿Cuándo llegará el agua?
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Opinión

¿Cuándo llegará el agua?

 


Son las tres de la tarde. Las hojas de los árboles se doblan por el bochorno infernal. De vez en cuando siento el aire fresco golpear mis mejillas. Afuera no hay más que pavimento y mugre. Ojalá lloviera. En primavera nuestra angustia también se cuela por las ventanas de la casa: el agua escasea, las lluvias tardan y el sol insoportable nos hace preguntarnos: ¿será que hoy llegará el agua? Todavía a eso de las cinco cuarenta y ocho el cielo permanece encendido. Debajo de él, un paisaje desértico cubierto de cemento, el enemigo mortal de la naturaleza, el sepultador de cualquier forma de vida. 

Uno de los materiales más aterradores que perjudican nuestra madre tierra es el hormigón. Sólo echemos un vistazo a nuestro alrededor: los caminos de tierra sustituidos por concreto, miles de casas y enormes edificios intimidan nuestra sombra, árboles amurallados por la mezcla tóxica. La pavimentación desmedida de bloques de tierra a capricho del hombre por el impulso irracional de dominación y su absurdo llamado progreso han creado el monstruo silencioso que ahoga el hábitat natural. ¿A dónde van a parar todos esos escombros de piedra artificial? A los ríos, ¿A dónde se van todos esos litros de agua de lluvia que deberían filtrarse en la tierra para completar el ciclo del agua? Nuestro más apreciable tesoro lo vemos escurrirse por las alcantarillas de la ciudad.

La industria del hormigón está en todas partes, en el mundo entero, incluyendo Japón. ¿Irónico? Y China es actualmente la superpotencia hormiguera del siglo XXI. Al parecer no hay nadie que los pueda frenar, no mientras los intereses económicos y políticos engorden su lascivo control del mundo. No importa que contribuyan con un porcentaje alto de emisiones de dióxido de carbono contaminando el aire, no importa la sobreexplotación de los mantos acuíferos (pues la corrupción en asuntos ambientales es algo que puede ser olvidado con facilidad) no importa que se desertifique el suelo y se exploten los recursos naturales de las comunidades, (al igual que las mineras), el monstruo del cemento devorará silenciosamente todo. 

Sumémosle la gracia de nuestras ciudades: prefieren tumbar árboles y hacer un pobre jardín de azotea. Nos quejamos de las inundaciones, del olor terrible de las calles, ¿no nos basta con eso? … Tumbamos árboles para construir paredes de concreto que generan islas de calor, pues absorben los rayos del sol y atrapan todo tipo de gases tóxicos. 

¿Será que toda la culpa la tienen las grandes industrias? Vaya forma de excusarnos tan cínicamente. ¿No somos nosotros los que vamos a la tiendita de la esquina a comprar refrescos, galletas, tostadas empaquetadas? ¿A comprar cada vez que se acaba el cloro y el jabón otra bolsa de limpiador y otra botella de cloro? ¿Reciclamos el agua de la lavadora? ¿Hemos sembrado árboles para amortiguar los daños que podrían ser irreversibles? En casa siempre estuvimos en contra de que se pavimentara la calle porque sabíamos que eso significaría tumbar las tres jacarandas que había sembrado mi querido abuelo. Nadie estaba dispuesto a eso, pero fue inevitable. Los vecinos decían que sus hojas eran basura, que la tierra generaba mucho polvo y que no pasaría nada. Ahora toda la colonia está ahogada de ese pellejo falso y duro. Todos sufrimos de calor, hasta los perros buscan un hueco en la tierra. Y siempre la misma pregunta. ¿Cuándo llegará el agua? 

Vivo en la periferia de la ciudad, una colonia al margen de las principales colonias del centro. Sufrimos de sequedad. Siempre me ha parecido un lugar muy triste y desolado, más cuando sus casas pelonas de verdor exaltan nuestra inconsciencia ambiental. Los pozos de extracción están en una situación crítica y no podemos dejar que la naturaleza resuelva algo que nos hemos empeñado en destruir. El peor enemigo del hombre no es la ignorancia, sino su indiferencia. Reconozcamos que también somos culpables de este desastre y afrontémoslo siendo conscientes en el uso del agua. Vienen tiempos difíciles y es mejor estar preparados y con la mejor disposición de ayudarnos y de socorrer nuestra dadora de vida, nuestra madre naturaleza. [email protected]