Las Mujeres en el Cine
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Opinión

Las Mujeres en el Cine

 


Las películas clásicas del cine que a todo mundo nos encantan y cuyas historias han dejado huella y cuyos personajes han sido íconos y ejemplos para muchas generaciones, resulta que si las vemos con las “gafas violetas” de la perspectiva de género, ya no nos dejan un sabor de boca tan agradable. Si bien, la industria cinematográfica se está adaptando poco a poco al cambio social impulsado por el movimiento amplio de mujeres y el feminismo, aún falta mucho camino por recorrer para dejar de tener narrativas que ensalzan, sobre todo, los atributos físicos de las mujeres o que romantizan relaciones de pareja donde claramente hay componentes de violencia de género. Es importante aprender a mirar diferente y elegir qué mirar, sobre todo en familia.

Empecemos por los clásicos de cierta compañía que ensalza historias de princesas. ¿Cuántas niñas no han jugado a ser una hermosa sirena que pierde la voz para poder estar junto “a su príncipe”? ¿O querido ser como una “cenicienta” transformada mágicamente en princesa cuando en realidad es una historia que desde el feminismo se lee como una relación de mujeres dependientes, que necesitan que las salve un hombre, pues nadie promovió su autoestima y empoderamiento? ¿Y qué decir de la bestia, quien claramente representa a un personaje violento y frustrado que retiene a una niña contra su voluntad, romantizando el abuso? Es profundo el impacto de la romantización de estos patrones, sobre todo en niñas pequeñas. ¿Realmente es la única opción que tenemos para ver con nuestras hijas?

En la llamada Época de Oro del Cine, tanto en Estados Unidos como en México, las protagonistas eran retratadas bajo el velo de la perfección física o de la abnegación, para ser consideradas como personajes “buenas”. ¿Recuerdan a Bibianita en La Oveja Negra? Esa sufrida mujer, interpretada por Dalia Íñiguez, considerada “una santa” por su marido (Fernando Soler), de quien soporta con estoicismo su machismo, sus arbitrariedades e infidelidades, con tal de que su hijo (Pedro Infante), no lo enfrente.

O qué tal las desoladas madres que interpretaba Marga López en Corona de Lágrimas y La Agonía de ser Madre, que marcaron un modelo de maternidad mal entendido, en el que para ser buena madre hay que aguantar, llorar y sacrificarse mucho.

En México, durante los setenta y ochenta, las mujeres pasaron a ser personajes cosificados sexualmente, donde abundaban prototipos como el de “ficheras”, “la chiquitibum”, o las incontables “amigas” de Mauricio Garcés. En el clásico estadounidense, Fiebre de Sábado por la Noche, el personaje de John Travolta es cómplice de la violación que sus amigos cometen contra una joven en su auto. Algo parecido a lo que ocurrió en Veracruz con “Los Porkis” o el caso de “La Manada” en España y, sin embargo, Travolta es retratado como el chico encantador que solo quiere bailar.

Y así podríamos seguir con muchos ejemplos, no solo en las pantallas, sino en toda la industria del cine a la que evidenció el movimiento de denuncia al acoso sexual #METOO, verdaderas historias de terror para muchas actrices y trabajadoras del mundo del espectáculo. El cine está evolucionando, sí, pero mientras lo hace, hagámonos conscientes de los roles y mandatos de género patriarcales. Exijamos otro tipo de historias, demandemos un trato igualitario y el fin del acoso y la violencia de género dentro y fuera de las pantallas.