Otros frentes de batalla para la igualdad
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Otros frentes de batalla para la igualdad

 


Este año está resultando ser no solo catártico, si no para muchas y muchos es un reto creativo pues saca a relucir la luz, fortaleza y solidaridad de muchas personas, que aún en la paradoja del confinamiento y la distancia, nos está acercando a quienes amamos. Pero también se han evidenciado temas estructurales que estaban pendientes de fortalecer como los sistemas de salud, la ciencia y la tecnología; han salido a flote los peores miedos, casi apocalípticos, y se ha puesto el foco en problemáticas sociales que aún no hemos superado. Entre estos temas destaca el debate sobre el racismo y clasismo.

El crimen racial de George Floyd ocurrido en Estados Unidos, puso el dedo en una herida aún abierta en aquél país y en el mundo, pues nos recuerda que pese a la férrea lucha por los derechos humanos durante los últimos setenta años, la mayor batalla se centra en romper con prejuicios y condicionamientos sociales que segregan y discriminan.

La imagen de un hombre afroamericano, asfixiado literalmente por la bota y la rodilla de un policía blanco, dio la vuelta al mundo causando olas de indignación. A ello se han sumado otros rostros igual de reales, de una enfermedad social heredada de la época colonial que sigue lacerando a la sociedad mexicana.

Gracias a la democratización de la opinión pública facilitada por las redes sociales, han sido condenados comentarios discriminatorios como el “¡Pinche india!” del actor Sergio Goyri a nuestra paisana mixteca Yalitza Aparicio; el “¡Ay no. Qué prieta, qué fea!” de la actriz Bárbara de Regil cuando usaba un filtro de cámara en una red social; y esta semana el comentario de “pueblo arrabalero y horroroso” del ex Canciller Jorge Castañeda, refiriéndose a nuestro querido Putla Villa de Guerrero.

Los ejemplos del racismo y clasismo siguen siendo cotidianos en sobremesas, aulas, oficinas, en los medios de comunicación, en las calles, en las familias, hasta en la Iglesia que siempre nos ha pintado a los angelitos güeros y de ojos azules.

La polémica que se desató por la malograda participación de Chumel Torres (youtuber conocido por su humor ácido, que basa su discurso en comentarios racistas, machistas y clasistas) en un foro sobre racismo y clasismo, organizado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), y la polémica en torno a su cancelación así como la posterior renuncia de su Presidenta, revelan que los esfuerzos en la materia aún son incipientes.

Como en todo tipo de discriminación, lo primero que hay que hacer es visibilizarla. Samuel Ramos Ariza en “El perfil del hombre y la cultura en México” y Octavio Paz en “Laberinto de la Soledad”, desmenuzaron las raíces del racismo y clasismo en México. Sería bueno releerlos en este tiempo para hacer el propio autoanálisis, apuntando que son textos que no tienen perspectiva de género.

En nuestro país, el racismo y clasismo han sido sostenidos por estructuras tan resistentes como las del sexismo y la misoginia. Es necesario reconocer que todas y todos hemos estado inmersos en una sociedad con este tipo de condicionamientos y prejuicios. Pero también es cierto que está en nosotros y nosotras la posibilidad de cambiarlos, aunque esto lamentablemente no ocurrirá de un día para otro. Así, tenemos que sembrar no una sino muchas semillas de inclusión y tolerancia para que en nuestro país germinen la igualdad y la paz que muchas y muchos pedimos a gritos.