Una nueva muestra de intolerancia y abuso por parte de algunos extranjeros que se asientan en zonas turísticas de México se hizo viral este fin de semana. En un indignante video captado en la emblemática playa Zicatela, un hombre, aparentemente extranjero, fue grabado mientras agredía verbalmente y amaga con lanzar arena a un par de músicos oaxaqueños que caminaban por la zona tocando sus instrumentos.
¡Aquí en Oaxaca indignante caso!
En el video, un hombre extranjero— amenaza con arena a uno de los músicos que tocaba en Playa Zicatela.
Le hace una señal de “lárgate”. ¡Lo corre! Músicos sin apoyo. Autoridades, brillan por su ausencia. ¿Dueños de la playa? ¿Tú qué opinas? pic.twitter.com/PZS7XGycYf— El Imparcial de Oaxaca (@ImparcialOaxaca) April 27, 2025
LAS IMÁGENES DE INDIGNACIÓN
En las imágenes se observa cómo el sujeto amenaza con arrojarles arena directamente al rostro. Uno de los músicos, que cargaba un saxofón, baja la cabeza ante la agresión. El extranjero hace un gesto con la cabeza, indicándole que se retire. El músico y su compañero, resignados, optan por alejarse pacíficamente del lugar.
Estos músicos, como muchos otros provenientes de comunidades indígenas y rurales de la costa oaxaqueña, acuden a sitios turísticos como Zicatela en busca del sustento diario. Ofreciendo su arte a quienes visitan o habitan la región. Sin embargo, el sueño de ganarse la vida con dignidad se ve cada vez más afectado por actitudes que rayan en la xenofobia y el racismo inverso. Donde quienes no son del lugar terminan imponiéndose como si lo fueran.
“No le estábamos haciendo daño a nadie. Solo íbamos tocando, como siempre. Nos gritó, y luego nos echó arena como si fuéramos animales,” relató uno de los músicos agredidos a una testigo de los hechos. “Nos dolió más el desprecio que el coraje, porque uno viene a trabajar, no a pelear.”
ABUSOS EN CRECIMIENTO
No es la primera vez que se reportan este tipo de abusos. Las redes sociales han documentado en múltiples ocasiones casos similares: extranjeros regañando a comerciantes, interrumpiendo presentaciones culturales, o incluso reclamando el uso de espacios públicos como si fueran propiedad privada.
El discurso implícito parece claro: “Esto me pertenece, y tú no cabes aquí”.
El fenómeno preocupa. Lo que comenzó como un destino abierto al turismo multicultural, empieza a tornarse en un escenario de tensiones sociales, desplazamiento y exclusión. Y lo más grave: ninguna autoridad parece estar dispuesta a intervenir.
Organizaciones locales han alzado la voz denunciando una creciente permisividad por parte del gobierno municipal y estatal, que, en su afán de fomentar la inversión extranjera, el turismo y el turismo de alto nivel, ha hecho caso omiso al trato indigno que muchos habitantes reciben a diario.
¿CUÁL ES EL MENSAJE?
¿Qué mensaje se envía cuando alguien puede correr a otro de una playa pública sin consecuencias? ¿Hasta qué punto se permitirá que Puerto Escondido —y otros destinos del país— se conviertan en enclaves donde los propios mexicanos son tratados como intrusos en su propia tierra?
La omisión oficial no solo resulta ofensiva, sino peligrosa. Porque cuando se normaliza el abuso, el siguiente paso es la violencia legitimada. Y ante eso, ni la arena ni la música serán suficientes para tapar lo que realmente está ocurriendo.