A pesar de que cerca del 90% de toda la energía eólica que se produce en el país es captada en el Istmo de Tehuantepec, ninguno de los proyectos considera dotar de energía eléctrica a las poblaciones locales.
Están concebidos para suministrar la energía generada mediante la red eléctrica nacional y entre otras afectaciones está la contaminación de los suelos, ríos, lagunas y acuíferos provocado por el derrame de aceites de las turbinas.
Acumulación de los residuos de la construcción de los parques, erosión del suelo, pérdida de la vegetación y por el gran número de aerogeneradores funcionando al mismo tiempo, contaminación visual y afectación al paisaje.
El Servicio Internacional para la Paz (Sipaz) estableció que el proyecto de energía eólica en Oaxaca ha ocasionado graves efectos negativos en el medio ambiente.
Los residentes y expertos mencionan que los parques eólicos generan empleos durante su construcción, pero después ya no existen más fuentes de trabajo directo. Los que obtienen un beneficio son los dueños de las tierras que las rentan para las empresas eólicas.
Sostienen que los proyectos eólicos han traído mayores problemas sociales que beneficio, puesto que no han sido transparentes en el acceso a la información para los pobladores y han recurrido a la violencia para reprimir la oposición al desarrollo de los mismos.
De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente, Energías y Desarrollo Sustentable (Semaedeso), el estado cuenta con el parque eólico más grande de América Latina, que construyó la empresa japonesa Mitsubishi con una inversión de mil 200 millones de dólares en Juchitán y El Espinal.
A través de este proyecto se aumenta en 17% la capacidad de generación de energía eólica de la entidad. “Hoy Oaxaca tiene una capacidad de 2 mil 756 megawatts por lo que 62% de la energía eólica en todo el país se produce aquí”.