La operación del albergue para migrantes en el templo de Felícitas y Perpetua, en Santa Lucía del Camino, fue temporal y aún es incierto si volverá a habilitarse, señaló Juana Jiménez, una de las encargadas de este sitio que se habilitó de manera improvisada ante las protestas de vecinos de la Central de Abasto.
Las más de 200 personas, entre infantes, mujeres y hombres provenientes de Centro y Sudamérica, dejaron el albergue el sábado, confirmó Jiménez, quien junto a otros colaboradores de la parroquia apoyó en su gestión.
Únicamente se abrió para ese grupo para el que pidieron ayuda”, subrayó quien este lunes coordinaba la limpieza del sitio.
Sin embargo, explicó que aún es incierto si el albergue volverá a operar, pues el acuerdo con la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) y el párroco fue para atender a ese grupo.
El jueves, vecinos de la calle Victoria y Húzares bloquearon la avenida Periférico para exigir a las autoridades reubicar a las y los migrantes que se habían concentrado en la Central de Abasto.
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Ante la protesta y el llamado de la Defensoría, que ha calificado como fallida la política migratoria del Instituto Nacional de Migración, el grupo de personas provenientes de Guatemala, Venezuela entre otros países, fue llevado a este albergue en Santa Lucía.
Pero la improvisación del mismo derivó en problemas como la falta de alimentos, agua potable y demás insumos, confirmó Juana Jiménez, quien sin embargo, remarcó que la sociedad civil fue la que ayudó a mitigar estas carencias. Además de resaltar que el compromiso de la DHHPO ayudó para que las demás autoridades colaboraran con atención médica, colchonetas y otras necesidades durante los tres días en que se proyectó la operación del albergue.
Aunque el albergue finalmente ayudó a la población migrante, que se fue agradecida, la encargada dijo que de volver a operar tendría que ser bajo un plan en el que las autoridades se coordinen, pues de lo contrario volverán a tener problemas.
Llegaron como 200 personas y se fue un grupo, una noticia bonita es que un grupo de guatemaltecos ya tenían su paso libre para Estados Unidos. Fue una emoción muy fuerte porque a otros les iba a servir de motivación para seguirle”.
Para Jiménez y otras personas que trabajaron en este albergue de la parroquia a cargo del padre Guadalupe Barragán esta experiencia también les ayudó a conocer y empatizar con personas que se ven obligadas a emigrar de sus países, pero que no están exentas de discriminación u otros problemas en su trayecto hacia Estados Unidos.