Las expresiones de los ciudadanos que cruzan por el Zócalo de la capital son de aprobación al retiro de los desplazados de San Juan Copala, pero también de molestia por la ocupación que hacen restaurantes de los portales.
La pareja de madre e hija se detiene un momento a observar la manita de gato que trabajadores de servicios generales, le dan a la parte baja del Palacio de Gobierno, tras el desalojo de los hombres y mujeres de la etnia Triqui que permanecieron en el sitio por más de 12 años.
Incluso la joven, saca de su bolsa el celular para documentar el hecho “histórico” efectuado al siguiente día de la toma de protesta del primer gobernador de izquierda en el estado, Salomón Jara Cruz.
De paso cuestionan que aún sigan las vallas en toda la zona baja de la llamada “Casa del Pueblo”, en donde policías estatales vigilan tanto los accesos al Zócalo como el exterior de la sede del Poder Ejecutivo.
Pareciera que nada ha cambiado”, suelta la mujer de unos 45 años.
Sin embargo, en su andar sobre el costado de Palacio y al llegar a la esquina de Flores Magón, no reparan en criticar: “desalojaron a los vendedores de artesanías de esa zona y permiten a los restauranteros impedir el libre tránsito sobre los otros portales”.
También a ellos deberían obligarlos a dejar pasar a la gente, sí está bien que tengan sus mesas y sombrillas como antes, pero no que impidan el paso, porque es de todos los oaxaqueños”, lanza con dureza.
Y es que a lo largo del Portal de las Flores, el paso es cortado por macetas de gran tamaño o rejas de herrería colocadas por los diversos restaurantes con el fin de limitar el espacio de sus mesas.
No obstante, la situación en el corazón de la capital, es de calma.
Adornos navideños en el quiosco y en su contorno, maceteros con las flores de la temporada (nochebuena) le dan vida a esta zona, pero aún se observan algunos comerciantes ambulantes que a pie ofrecen su mercancía a propios y extraños.
Las protestas de las mujeres desplazadas de la región Triqui cesaron momentáneamente.
La tranquilidad solamente se rompió con las arengas de los maestros adheridos a la Sección 22 del SNTE, quienes en reducido grupo ingresaron a la Casa del Pueblo a entregar su “pliego” de demandas al mandatario morenista.