Un personaje pintoresco que llegó a Oaxaca hace 38 años por azares de la vida, se llama Alexander Karminski; corto de estatura, regordete, rubicundo, ojiverde, simpático por naturaleza y mejor conocido como “El Ruso”.
Su figura es notable a simple vista y se le ve rondando en los cafés de los portales del Zócalo de la Verde Antequera; por distracción se entretiene en su pequeño negocio en donde vende de todo y de nada, y más que todo es el centro de reunión de sus múltiples negocios y amigos.
El Ruso, nacido en la capital del Imperio Austrohúngaro, la ciudad vieja: Ucrania, parte de la antigua Unión Soviética del aquel entonces. Emigra a Israel y poco después se avecina en Berlín, Alemania donde lo flecha cupido conociendo al amor de su vida, su fiel compañera hasta la fecha, quien lo trajo a Oaxaca, sin hablar una palabra en español y que no fue impedimento para lograr hacer amigos, pues a base de señas y gestos se daban a entender entre su ya numeroso círculo de amigos.
Aprendí mucho aquí, donde nadie me discrimina y Dios me dio muchos amigos, gente que me quiso y gente que no. Oaxaca me ha dado mucho, conocí a gente pobre y rica, buenos y malos”, dice.
El Ruso se considera changarrero y muy bueno para el negocio; a lo largo de su vida fue mesero, obrero, cocinero, zapatero, fayuquero donde encontró la manera de sobrevivir en un mundo extraño totalmente diferente al de Alemania, pues fue un gran salto a Oaxaca, en donde “vendían el tasajo por metro, enrollaban el quesillo y se comían los chapulines”.
Al principio no se acostumbraba a la vida tranquila y monótona de provincia pero pronto ingresó a la mesa de la infamia en los bajos del Bar Jardín, donde se destrozaban honras, se hablaba de política y temas de actualidad.
Ahí compartieron en olorosas tazas de café con el controvertido Profr. Daniel Muñoz Polo, el famoso abogado Figueroa alias “El Furias”, Benito Benavides y otros múltiples amigos y personajes de la época de los cuales muchos ya se han ido.
Alexander Karminsky, de 68 años, hoy ha triunfado en la vida con sus dos hijos David y Jenny y sus nietos; ya es mexicano y totalmente naturalizado, pero es más oaxaqueño que el quesillo y el chapulín, y aquí se quiere quedar para siempre.
Habla de todo y critica todo, habla de los presidentes de Rusia, Vladimir Putin y de Ucrania, Volodímir Zelensky, con su personal punto de vista, pero él es oaxaqueño.
Afirma que la vida no es nada fácil, pues haber vivido en 4 países, hablar 4 idiomas, conocer diversas culturas y “Oaxaca me ha dado mucho, me lo ha dado todo, Oaxaca es mi vida, aquí está mi gente, todo lo que amo y aquí me voy a quedar”.
Con información de Juan Charis Gallegos
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