Mujeres, disciplina, valor y velar por la ciudadanía
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Mujeres, disciplina, valor y velar por la ciudadanía

Fundamental labor en las jornadas masivas de vacunación contra el SARS-CoV-2


Mujeres, disciplina, valor y velar por la ciudadanía | El Imparcial de Oaxaca
Foto: Luis Cruz / Mujeres comprometidas con su labor en el ámbito de la salud, militar y de servicio

En tiempos de pandemia por Covid-19, Dania, María del Carmen y Diana Paola son algunas de las mujeres militares que se mantuvieron activas en los momentos más álgidos de esta emergencia sanitaria, en sus respectivas funciones como soldado auxiliar oficinista, enfermera y cabo de artillería.

Mientras Dania formaba parte del grupo de militares que vigilaba el proceso de vacunación anticovid en varios municipios de la entidad, especialmente en el traslado de insumos médicos, María del Carmen realizaba informes del número de dosis que se aplicaban, al mismo tiempo que Diana Paola acudía a vacunar o dar atención a pacientes con esta enfermedad.

De la 28ª Zona militar, de Santa María Ixcotel, las tres jóvenes mujeres que desde la infancia tenían en claro que algún día incursionarían en las fuerzas armadas, son ejemplo de los valores que promueve esta institución: valor, disciplina y patriotismo.

 

“Siempre quise ser militar”

 

Originaria de la Ciudad de México, Diana Paola Cabañas Rodríguez, es subteniente enfermera y se graduó en 2019 de la Escuela Militar de Enfermería. Con 27 años de edad, forma parte las 41 enfermeras  que brindan sus servicios en el Hospital militar de Santa María Ixcotel, donde se atendieron casos graves de Covid-19.

La joven que también realizó un curso de un año en el Hospital central militar de la Ciudad de México y fue enviada al estado de Oaxaca, asegura que ella siempre quiso ser militar por diversas circunstancias.

Fue una de sus vecinas quien la motivó para acceder a las fuerzas armadas apoyada por su familia, a la que visita en sus periodos vacacionales y por la que se mantiene avante en momentos de incertidumbre, ante escenarios como la pandemia por Covid-19.

A Diana le tocó participar en las diferentes células que se formaron para vacunar a la población que requería de la aplicación del biológico, así como dar atención a pacientes con esta enfermedad con los protocolos de protección correspondientes.

Nuestra constante preocupación es que había mucha gente con síntomas, pero siempre estábamos con el ánimo de salir adelante para seguir atendiendo a quienes así lo necesitaran”, señala la única militar de su familia.

La mujer que al igual que resto del personal militar pasa lista a las 7:00 horas, expone el interés que tiene de continuar creciendo de manera profesional y realizar en breve una especialidad, para poder ascender a otro grado.

Mi interés es continuar y apoyar no solo a mi familia sino a la sociedad en general; qué mejor con la enfermería, en tiempos donde más se necesita”, concluye.

Izquierda: Dania Rivera Cárdena es una de las mujeres que porta el uniforme militar con orgullo / En medio: Diana Paola Cabañas Rodríguez, es subteniente enfermera / Derecha: María del Carmen Santana, la misma disciplina, los mismos derechos y obligaciones que los hombres

“Muchas querían entrar”

 

Soldado auxiliar oficinista, de 27 años de edad, María del Carmen Santana Morales, ingresó hace tres años y medio a las fuerzas armadas, luego de que su madre le avisara que había un proceso de reclutamiento de mujeres en el ejército.

Para ese entonces yo no tenía suficiente conocimiento ni del medio ni de que hubiera personal femenino en las fuerzas armadas. Mi mamá, que era derechohabiente, había acudido al Hospital militar y ahí se enteró de la convocatoria”, señala la joven originaria de Chiapas.

Al llegar el día de registro, la sorpresa de la joven fue la gran afluencia de mujeres que querían ingresar con documentación en mano y preparadas para los exámenes físicos, médicos y psicológicos.

Siempre me llamaba la atención este medio y por eso entré. Al principio sí me costó porque no tenía suficiente condición física, pero desde pequeña sabía que quería entrar a las fuerzas armadas”, expone.

Madre de dos menores de edad, uno de siete y otro de un año y siete meses, Santana Morales es parte del grupo de soldados que, al inicio del proceso de vacunación, se encargó de la elaboración de documentación e informes sobre el número de dosis y personal que se vacunaba.

Para la joven madre, el trato entre hombres y mujeres en la 28ª zona militar es el mismo en todas las áreas, con la misma disciplina, los mismos derechos y obligaciones. “Aquí todos corremos, hacemos las mismas actividades y funciones; incluso también hay hombres y mujeres en el área de enfermería y pilotos”, destaca.

La originaria de Chiapas señala además las facilidades que tiene para convivir con sus hijos en momentos importantes para ellos. “Es complicado a veces, pero uno se organiza. Yo salgo de aquí 3:30 y me voy a mi casa; comemos juntos y a veces nos vamos al parque”, destaca.

El mayor de sus hijos, dice, ha mostrado el orgullo que siente hacia ella por ser militar, sobre todo cuando porta el uniforme y le dice que quiere seguir sus pasos.

Las mujeres en el ejercito

“Fue difícil separarse de la familia”

 

De 22 años y originaria de Veracruz, Dania Rivera Cárdena,  también es una de las mujeres que porta el uniforme militar con orgullo, desde su ingreso al Ejército Mexicano cuando cumplió la mayoría de edad.

En operativos, ella carga consigo un chaleco antibalas de 8 kilos, que se duplica con el peso del arma y los cargadores. Desde niña, dice, le gustaba mucho observar los desfiles militares, donde soñaba con participar algún día.

Con el paso del tiempo, aún siendo adolescente, Dania fue testigo de una inundación en su comunidad de origen, donde militares aplicaron el Plan D-N-III, por el cual quedó asombrada y con mayor inquietud de formar parte del equipo.

Fue tanta mi emoción que cuando cumplí los 18 años ingresé al Ejército Mexicano”, resalta Rivera Cárdenas, quien al igual que el resto, también pasó por una serie de exámenes psicológicos y físicos para poder ingresar.

Lo que sí fue difícil para ella, reconoce, fue separarse de su familia que radica en Veracruz, donde también acude cuando se tiene vacaciones.

Cada tres meses ella sale a determinados operativos en equipo, ya sea para proporcionar apoyo a ductos de PEMEX con patrullamientos, o en la erradicación de enervantes en algunas comunidades del estado.

Recuerda que en su primer operativo fue apoyada por sus propios compañeros con indicaciones y ánimos ante lo desconocido, mientras que en los siguientes hubo mayor conocimiento y seguridad.

Con miras a entrar después a la Escuela militar de sargento de armas o a la Escuela de especialistas, Dania quiere seguir preparándose y ser ejemplo de muchas niñas que le sonríen al verla en patrullajes u operativos durante los procesos de vacunación o traslado de insumos médicos.