La vacuna, una bendición que se veía muy lejana
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La vacuna, una bendición que se veía muy lejana

Los capitalinos se arman de paciencia…y esperanza


La vacuna, una bendición que se veía muy lejana | El Imparcial de Oaxaca

Los ojos de Paulina revelan que una amplia sonrisa se esconde debajo del cubrebocas azul, mientras el constante jugueteo de manos muestra la emoción de recibir la vacuna anticovid que, confiesa, veía aún muy lejana.

En una pequeña silla café de madera la mujer, originaria de San Juanito, sostiene una amena plática con una compañera sentada a un costado, con la que compartió la fila desde las 23:00 horas de la noche del miércoles, a pesar de carecer de registro y un número de folio como el resto de las mil personas que se habían formado por al menos 12 horas.

“Es mi hermana, ella también se va a vacunar; además, viene otro hermano”, comenta la mujer de 56 años de edad que no tiene reparo en conversar mientras, a unos metros del lugar, decenas discuten por los espacios apartados y  otros más dialogan con los intempestivos compañeros de al lado. Muchos se preguntan cuánto tiempo más deberán esperar para recibir la primera dosis del biológico que hará frente al SARS-CoV-2 causante del Covid

Cubierta por el cuello y parte de la espalda con un rebozo café, Paulina Miguel estruja contra su pecho un bolso del mismo color donde acuna los documentos que deberá mostrar previo a recibir el biológico.

De cabello crespo y acompañada por su hija que se mantiene de pie a unos metros de ella, la mujer relata que, desde hace varias décadas, se gana la vida mediante la costura; afirma que desde que se desencadenó la pandemia tomó la decisión de dejar trabajar y mantenerse en casa en confinamiento, con la angustia de escuchar en las noticias de miles de casos positivos y los decesos cotidianos.

Desde entonces apenas obtiene ingresos propios, pero es apoyada por su hija; por ello,  Paulina da gracias a Dios. La mujer, y el resto de su familia, no ha padecido la enfermedad que acometió desde marzo a Oaxaca y contabiliza a la fecha más de 46 mil contagios.

Entre cientos de personas que esperan la vacuna y otros más que hacen de acompañantes, la mujer no tiene objeción por esperar el tiempo que sea necesario para lograr la primera dosis de la inmunización, a pesar de la larga fila que observa de quienes llegaron antes que ella.

“Nos quedaremos hasta que terminen quienes cuentan con folio; ¡soy de las primeras de esta fila!”, expresa la mujer que aún no piensa en el desayuno porque todavía no tiene hambre.

“Veía lejos que me tocara la vacuna, pero fue rápido”, afirma Paulina al recordar cuando se anunciaba el proceso de inmunización para el personal de salud y después para las personas mayores de 60 años.

Al reconocer que su madre de 76 años no quiso vacunarse, y la familia aceptó la decisión, Paulina refiere que el coronavirus no ha llegado a su entorno familiar porque saben de la importancia del uso del cubrebocas y el gel antibacterial.

Lo mismo en el ITO

Son ya las primeras horas de la tarde y, a media hora del lugar, en las inmediaciones de la Unidad Deportiva del Instituto Tecnológico de Oaxca, Salvador o “Don Chava”, como dicen quienes lo conocen, no llevó consigo alguna silla o un banco para soportar el tiempo de espera necesario para ingresar y colocarse frente a una de las unidades de vacunación.

A las 14:00 horas, el hombre de 53 años de edad, que dice aparentar más de 60 por el trabajo duro de la albañilería, relata que un vecino del lugar donde vive, en la agencia municipal de Santa Rosa Panzacola, le ayudó a inscribirse  por internet y contar con el formato para recibir la vacuna.

“Yo estoy solo y no tengo hijos, rento un pequeño cuarto y hace dos años tengo diabetes; afortunadamente no me he contagiado, creo que porque no soy muy sociable”, señala don Chava mientras lanza una carcajada que hace voltear a varios.

“En la mañana estuvo muy lento esto, pero creo que ya vamos avanzando más rápido. Un amigo que tengo por San Sebastián Tutla me habló para saber cómo estaba por aquí, porque allá es un relajo, la gente que no se vacunó en su tiempo, ya quiere ahora la vacuna”, expone.

En esta zona, donde largas filas se ven de un extremo a otro, elementos de la policía vial apenas pueden evitar las dobles filas ante la presencia de decenas de vehículos donde varios durmieron para apartar un espacio.

La sana distancia no se percibe y el relajamiento de medidas de prevención se hace evidente cuando decenas deciden tomar sus alimentos, al mismo tiempo que conversan y ríen con los vecinos.


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