La cara oculta de la Central de Abasto
Personas sin casa, viciosos, alcohólicos, perros abandonados… criaturas de la noche que se apoderan de la Central al caer el Sol
Aunque el incendio arrasó con cinco pasillos del Mercado y a pesar del cerco policial que impone el cierre del perímetro en la Central de Abasto, cuando cae la noche, en esta parte de la capital hay un mundo subterfugio que despierta, en el que habitan los desterrados: personas sin casa, viciosos, alcohólicos, perros abandonados, todos esos quienes hacen de las calles su hogar.
Acurrucados al pie de las cortinas cerradas de los negocios que durante el día están abarrotados por cientos de personas, se observan a personas que se cubren con una cobija raída en la que se envuelven para soñar un poco.
Manadas de perros ferales recorren los basureros en busca de desperdicio para alimentarse, huyen despavoridos cuando los ilumina la luz que delata su presencia.
Otros aprovechan la atípica calma que se vive cuando se mete el sol, se sientan en una escalinata sosteniendo una botellita con mezcal de piquera que beben de a sorbitos.
En la penumbra se descubre una cara oculta de la Central y sus calles, un espacio reservado para quienes no tienen otro lugar a dónde ir, a quienes nadie espera en casa.