En el puesto “Los agachados” se inundó el olor a recaudo del caldo de panza que servido en un plato de barro era el mejoral más efectivo para quien se trasnochó o le agarró al alipús hasta la madrugada.
Ahí en el mercado 20 de Noviembre en pleno centro histórico, el pasillo de los caldos luce lleno todos los días; el vapor que sale de las ollas de aluminio llaman a quien anda buscando consuelo para sus estragos físicos.
Era después del mediodía de un miércoles y las sillas del puesto de Ricardo Leyva, estaban todas ocupadas por comensales que con la cabeza agachada, disfrutaban de cada sorbo del elixir compuesto por chile guajillo, recaudo, garbanzo, algunas verduras y derivados de la carne de res.
Adrián se trasnoche y buscó refugio en un caldo de panza, tradicional en el mercado y cuya venta aumenta en este mes de diciembre por la resaca que dejan las celebraciones en cientos de personas.
El frío que está azotando en estos días, también es otro factor para que las ventas de quienes tienen este tipo de puestos aumente. Aunque la temporada de calor tampoco es impedimento para disfrutar del platillo dijeron los y las comensales.
Con su gorra negra con blanco, al oaxaqueño le sudaba la frente por el picor y lo caliente del caldo que estaba consumiendo con el objetivo de revivirlo del desvelo que le provocó un trabajo.
Y así, estaban varias personas batallando con sus síntomas y el aliciente que les provocaba este alimento característico de uno de los mercados más importantes de Oaxaca.
Mientras tanto en este mercado, pusieron humor a estos platillos y explicaron que:
Los caldos de corazón son para enamorados, para atletas el de pata y para personas besuconas o enojonas el de trompa; también está el caldo para el estudioso que es de cabeza y para maestros el del libro.
Pero el más singular es el destinado para los políticos que son de lengua, debido a que únicamente prometen sin cumplir.
Es así, como entre este pasillos inunda el olor de este rico platillo que es un atractivo más de la ciudad de Oaxaca.
