Marcela es una empleada doméstica sin seguro y con reducción salarial
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Marcela es una empleada doméstica sin seguro y con reducción salarial

La mujer no frenó su actividad en medio de la pandemia por Covid-19, aun con los riesgos que representa salir de casa e ir a laborar en una distinta


Marcela es una empleada doméstica sin seguro y con reducción salarial | El Imparcial de Oaxaca

Marcela lleva más de 20 años como empleada doméstica en la ciudad de Oaxaca; inició desde los 12 años a emplearse por cuestiones económicas. La mujer de más de tres décadas no frenó su actividad en medio de la pandemia por Covid-19, aun con los riesgos que representa salir de casa e ir a laborar en una distinta. 

De acuerdo con textos informativos, el coronavirus ha agravado la situación de las trabajadoras domésticas. Ya que, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 70,4 % están afectadas “por las medidas de cuarentena, la limitación de la actividad económica, el desempleo, la reducción de las horas trabajadas o la pérdida de salarios”.

DESPIDOS Y BAJO SUELDO

Dicha situación también se vive en la capital con Marcela. En el inicio de la pandemia le dijeron que ya no requerirían de sus funciones y debido a la emergencia sanitaria, no habría cómo pagarle. 

“De hecho, la mayoría de los patrones se han aprovechado de la situación para pagarte menos, te reducen el salario y el horario laboral es el mismo; se hace lo mismo que cuando no hay pandemia”, comentó. 

La empleada doméstica fue despedida de su espacio laboral cuando empezó la emergencia sanitaria, sin remuneración adicional ni pago de liquidación, a pesar de tener varios años laborando en ese lugar. 

SITUACIÓN PRECARIA

De acuerdo con especialistas, la situación laboral de la mayoría de las trabajadoras domésticas es extremadamente precaria y vulnerable: ingresos muy bajos, horarios laborales largos, trabajo forzado y generalmente sin protección social (sin vacaciones pagadas, licencias por maternidad, seguros médicos, pensiones).

“Encontré otro empleo, pero me reducen el salario y el tiempo de trabajo es el mismo. Por 8 horas me pagan  220 pesos”, contó Marcela quien se encuentra en la zona Norte de la capital oaxaqueña. 

Se establece que a nivel internacional, aquellas empleadas domésticas que  pudieron conservar sus empleos, fueron obligadas por sus empleadores a instalarse en los lugares de trabajo para reducir el riesgo de contagio. Muchas tuvieron que incrementar la cantidad de horas de trabajo sin necesariamente recibir mayor paga porque sus patrones las necesitaban para compensar el cierre de escuelas y centros de cuidado. 

EXPUESTAS AL VIRUS

Además, en medio de la pandemia, es un sector que está constantemente expuesta al virus tanto en sus traslados diarios, como en los lugares de trabajo porque sus empleadores no les proveen los materiales de higiene necesarios para su protección.

“Aquí en donde apenas entré a trabajar yo compro mi cubrebocas; trato de no salir mucho del trabajo a la casa, y salgo una vez por semana a comprar lo que necesite para evitar ponerme en riesgo”, comentó Marcela. 


Aunque su patrona no le recomienda quedarse en casa o evitar salidas, la trabajadora decidió asumir las medidas de protección. 

Las trabajadoras domésticas prestan cuidados a otras personas y realizan múltiples tareas para el mantenimiento del hogar y en medio de esta situación, enfrenta varios desafíos. 

Según la ONU, en América Latina y el Caribe (ALC) hay 18 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos y, aproximadamente, el 93 % son mujeres.