Peluqueros de Oaxaca sobreviven a la pandemia
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Peluqueros de Oaxaca sobreviven a la pandemia

En el corazón de la ciudad de Oaxaca, Reynaldo y Juan Ramón tratan de sobrevivir en el oficio, así como lo ha hecho El buen tono en más de 70 años


Peluqueros de Oaxaca sobreviven a la pandemia | El Imparcial de Oaxaca

Quisieron cerrar la peluquería, pero Reynaldo Hernández les dijo que no. De talla baja, aunque con 75 años de edad, su experiencia y tenacidad se impusieron a las órdenes del ayuntamiento, tomadas para evitar la movilidad y con ello el aumento de casos de Covid-19. “Yo les dije que no, que no cerrábamos, que quién nos iba a mantener. Además de que mi patrón estaba enfermo y que era la única fuente de trabajo, de ingresos, de donde nos llevábamos algo”.

Junto al propietario de “El buen tono” y a sus compañeros, Reynaldo ha sobrevivido a la emergencia sanitaria. Pero también a las modas. La peluquería tiene más de 70 años de existir y ocupaba varios metros de la planta baja, en un inmueble del Centro Histórico, y donde ahora hay una de las tantas sucursales de una tienda de moda rápida. 

Desde hace 13 años, tuvo que adaptarse a un sitio menor, que parece más grande por el efecto de los espejos en tres paredes. Es así como subsiste en el corazón de la ciudad de Oaxaca, con cuatro empleados incluido el dueño de la peluquería. 

Un costo de 80 pesos por corte y un resultado pulcro, así como el conocer de las opciones “modernas”, le han ayudado a Reynaldo y a su compañero Juan Ramón González a seguir con trabajo. Aunque este último es escaso, obtienen algo para mantener a sus familias. “No se va uno con las manos vacías, pero en comparación con circunstancias normales estamos como a un 30 por ciento”, dice González.

A ambos les faltan 25 años para tener el siglo de vida; son población de mayor riesgo ante la epidemia de Covid-19. Sin embargo, el no estar en una “nómina” los hace tomar las tijeras o la navaja para dar al cliente un aspecto renovado: “un buen tono”.

“Tiene uno que venir a sacar aunque sea lo del día; nos sentimos obligados a venir a trabajar”, confiesa Juan Ramón, para luego decir que “¡qué bonito sería quedarse en casa!”. Él entró a laborar hace tres meses, a poco tiempo de volver a su estado natal y luego de tocar varias puertas. Antes de eso trabajó en La Condesa, un barrio de la Ciudad de México donde como aquí hay nuevos negocios que ocupan los sitios de otros. Y donde también hay barberías o barber shop.

Para Reynaldo, las barber shop son negocios “de pasada, que no son para la historia, porque son jóvenes que están dos o tres meses en las academias”. Juan Ramón lo secunda al decir que son “las modas”, como las que vivió en tiempos del cantante Elvis Presley.

“Los clientes querían peinarse como Elvis Presley, con el copete, su patilla, su melenita. Era la moda que duró como 20 años. Después vinieron los Beatles, ya con su fleco”, rememora González sobre una trayectoria en la que le tocó hacer ese tipo de trabajos. Pero que décadas después no son solicitados, aunque sí otros estilos modernos. “Si uno quiere seguir viviendo de la peluquería, tiene la obligación de actualizarse”.

Por ser adultos mayores, estos peluqueros han tenido que lidiar con la desconfianza de las personas, quienes creen que por su edad desconocen de los estilos actuales. Sin embargo, su trabajo ha servido de carta de presentación, por eso a este sitio siguen llegando personas de todas las edades.

 “Como el propietario ya es el último que quedó de la peluquería y sus hijos no son peluqueros, al fallecer él, que ya es grande también, ahí se acaba todo, desaparece la peluquería”, apunta González.