Fuentes públicas de la capital oaxaqueña sirven de basurero
Actualmente, la mayoría de las fuentes no funcionan o las usan para echar desechos
Por Rodrigo Martínez
Sin atención ni mantenimiento, las fuentes de la ciudad se encuentran en el más completo abandono, y al paso del tiempo muchas de ellas han sufrido un serio deterioro; otras más se han convertido en basureros y pocas son las que actualmente funcionan.
Existen 49 fuentes públicas: 6 del siglo XVIII, 15 del XIX y 28 del XX, pero actualmente funcionan muy pocas, entre ellas la que se encuentra ubicada en la Alameda de León, las del Llano en el lado sur, frente al Teatro Juárez, y La Casona y en el Mercado Cuarto Centenario.
Una más en la calle Trujano, frente a la Iglesia de San Felipe Neri, San Pablo, los Siete Príncipes, San Francisco y Trinidad de las Huertas. En la calzada Porfirio Díaz, Brígida García, Iglesia de Guadalupe, La Cascadita, en el Jardín Carbajal y en Labastida, y funciona a 25 por ciento de su capacidad la fuente de las Ocho Regiones.
Vecinos y ciudadanos interesados en recuperar el funcionamiento de las fuentes reconocieron que anteriores administraciones se habían preocupado por realizar trabajos de mantenimiento de las bombas, conexiones eléctricas y tubería, y en algunas la reparación de las mismas.
Cada fuente contaba con una persona que le da servicio todos los días y cada semana se realizaba un lavado y revisión integral de sus sistemas de funcionamiento; además de pagar los adeudos que se tenían con Comisión Federal de Electricidad.
Uno de los principales problemas que enfrentaba la ciudad fue la distribución del agua, a pesar de estar rodeada por los ríos Atoyac y Jalatlaco, y ya que existía la prioridad de abastecer a las casas principales y los conventos, se desarrollaron constantes disputas entre los frailes y la población.
Fray Bartolomé de Larios, en el año de 1583, resolvió la problemática al instalar fuentes. Desde entonces, y al menos para Oaxaca, comenzó a transformarse el concepto del agua, de lo sagrado a lo entubado: el agua desviada o almacenada para uso cotidiano, sembradíos y construcciones.