Día de Muertos en Xoxocotlán, sin velada
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Día de Muertos en Xoxocotlán, sin velada

Aunque se mantiene la alegría por convivir con los que ya murieron, la melancolía y el dolor se agudizan en personas como Marina, que perdió a su hermano y sobrina debido al Covid-19


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Como cada año, las tumbas se han pintado del amarillo y fucsia del cempasúchil y la cresta de gallo, flores en tonos tan vivos que contrastan con los asociados a la tristeza, solemnidad y muerte. La visita de quienes se han ido al “más allá” amerita una gran celebración, con guisos, bebidas y dulces que aguardan en los altares de las familias. Mientras tanto, los deudos acuden al camposanto para recordarles que los esperan o para pasar algunas horas con ellos; para cantar y convivir en la última morada. En el sitio del descanso eterno. 

En esta ocasión, el sabor agridulce del encuentro es más evidente. Y se observa en camposantos cerrados por todo México, incluido Oaxaca. Solo en algunos se ha permitido el acceso durante el Día de Muertos. Otros más, como Santa Cruz Xoxocotlán, los panteones San Sebastián y Mitlancihuatl (que han permanecido abiertos) cerrarán los días 31 de octubre y 1 y 2 de noviembre. 

Es una medida preventiva ante los más de mil 300 casos de Covid-19 en el municipio, y de entre los que se cuentan casi 90 decesos. En el estado, la cifra de positivos rebasa los 21 mil; en tanto, las muertes se registran en casi mil 700. Para Marina, que este año volvía a esperar el encuentro con su difunta madre, ha sido de gran dolor:

“Da tristeza porque no podemos hacer la velada como en otros años. Es triste no acompañar a nuestros difuntos como uno estaba acostumbrado. Y estoy triste porque en junio fallecieron mi hermano y mi sobrina de Covid”.

Como Marina, miles de familias de México han perdido a uno o varios integrantes. Según la tradición, quienes fallecieron este año no podrán venir al encuentro con los vivos. Tendrán que esperar hasta el próximo, mientras cumplen la penitencia impuesta por Dios.

Desde que tenía ocho años de edad, Lorenza Ignacio acudía al cementerio. Primero, para velar a su hermanito; luego a sus abuelos. En últimas fechas, a su mamá. Ahora no podrá permanecer como antaño, cuando le daban las 05 horas junto a las tumbas de sus difuntos. 

Las nuevas medidas le parecen bien, pues que no acudan turistas permite una conmemoración con privacidad, más íntima. “Ahora no nos estamos aglomerando”, cuenta la adulta de más de 50 años.

“Ahí está tu hijo”, le dice un infante de cinco años a una adulta, su familiar. Esta última y su esposo limpian la tumba del hijo fallecido en 2006. Son Rosa Hernández y Florentino Bartolomé, quienes llegaron a vivir a este pueblo en 1980. Y que desde entonces no habían visto que los panteones tuvieran que cerrar ni que la velada se suspendiera.

Xoxocotlán vive un Día de Muertos atípico. Si bien se observan puestos aledaños a los camposantos, el ambiente que se respira es de dolor. Pese a ello, la tradición se impone a la pandemia y no ha faltado la música. 

Edith Alarcón Bartolano cumple con la tradición, ahora enmarcada por el Covid. En el llamado panteón viejo (el San Sebastián), ha puesto macetas de cempasúchil en la tumba de su padre, Miguel Alarcón. Él era oriundo de Puebla, pero desde su muerte, en 1969, yace en este camposanto. Aunque hay que cuidarse del coronavirus, dice que el Día de Muertos “no se debe de perder”.


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