Zonas de alimentos en mercados se adaptan creativamente a la nueva normalidad
En mercados de la ciudad de Oaxaca, como el Cuarto Centenario, los propietarios de comedores han generado sus propios separadores de acrílico para las mesas
Más allá de los cubrebocas o caretas, el gel antibacterial y la sana distancia, los comedores de los mercados tradicionales de Oaxaca han echado mano del ingenio para cumplir con las condiciones del semáforo naranja de riesgo epidemiológico de Covid-19.
En los establecimientos donde se disfruta de un guiso tradicional, un caldo de menudo o una tlayuda, la crisis económica y un bajo presupuesto hacen prácticamente imposible contar con un menú en código QR o formatos desechables. Menos con una cabina de vidrio como la implementada en un restaurante de Holanda.
Pero de alguna manera se tiene que mostrar al cliente que su estadía será lo más segura posible. Y eso es lo que ha implementado Celestino Ramírez en el comedor que tiene en el Mercado Cuarto Centenario.
ADAPTAN SEPARADORES
En la ciudad donde los mercados son parte de la vida cotidiana, él y sus compañeros del área de comedores han producido o encargado los separadores que fungen como barrera entre un comensal y su compañero de mesa.
“Se nos sugirió dividir la mesa con lo más sencillo y práctico que podamos. En este caso se usó madera y plástico”, cuenta el propietario de un comedor que, como otros que existen en los mercados de la ciudad, puede vender alimentos en el lugar.
Pero con restricciones diversas, entre ellas limitar su aforo al 30 por ciento, además de mantener una distancia de 1.5 metros entre mesas y contar con un tapete o material en el que se pueda desinfectar el calzado al ingresar, según señala el subdirector de mercados de Oaxaca de Juárez, Éric Tiburcio Zárate.
El funcionario detalla que el protocolo es para minimizar la probabilidad de propagación del Covid. Además, para cuidar a los clientes, pues es justamente de ellos de quienes dependen este tipo de negocios y la recuperación económica de los mismos.
Por los tres separadores para sus mesas, Celestino Ramírez invirtió aproximadamente 300 pesos. Aunque después de cada uso debe limpiar la estructura con una solución de agua y cloro. Y ello, como las demás medidas sanitarias, es parte de la nueva normalidad en su negocio. “Los clientes se adaptan porque ya tienen la idea, y con esta nueva enfermedad es la cultura que estamos adquiriendo”, señala.
BUSCAN RECUPERAR SU ECONOMÍA
Desde abril, cuando los establecimientos de venta de alimentos preparados tuvieron que operar sólo con servicio a domicilio o para llevar, propietarios como don Celestino optaron por cerrar el local para cuidar su salud. Ahora que reabrió, confía en que poco a poco lleguen los clientes y así recupere lo perdido en casi cuatro meses, pues ve en la comida un producto muy bondadoso. “La ventaja del momento es que por la poca afluencia de clientes podemos dar una atención quizá más personalizada”, ahonda.
Éric Tiburcio Zárate, subdirector de mercados, explica que con la entrada del semáforo naranja, en los comedores de los mercados y otros establecimientos de venta de alimentos preparados se han implementado medidas como los separadores. Lo mismo que en los demás negocios de los mercados, y que el seguir los protocolos de salud ha permitido que por el momento no se hayan presentado más casos de contagios como los tenidos en junio en estos sitios de la ciudad.
