Desorganización impera en reapertura de la Central de Abasto
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Desorganización impera en reapertura de la Central de Abasto

En tiendas de abarrotes y bodegas de frutas y verduras hubo algunos productos rezagados o dañados; en otros casos, se carecía de ellos para la venta al público


Desorganización impera en reapertura de la Central de Abasto | El Imparcial de Oaxaca

Después de tres días de cierre y de la desinfección en sus calles como una de las medidas para frenar al Covid-19, la Central de Abasto retomó operaciones la mañana de ayer. No sin estar exenta de la desorganización que hizo que los locatarios pudieran acceder al área hasta las 08:30, dos horas y media después de lo acordado, como cuenta José Luis Díaz, del Frente de Organizaciones del Comercio Establecido del Mercado de Abasto. 

Y aunque para entonces sólo una parte de los comerciantes tenía permitido ingresar, cerca de las 09 un grupo retiró las rejas de contención que también limitaban la circulación vehicular. Los policías municipales y estatales, además de personal de la Coordinación Ejecutiva del Mercado de Abasto, se remitieron a observar cómo la Central recobraba la actividad.

APERTURA CON RETRASO

“En lo que quedamos en la reunión del lunes, era que iba a permanecer el cerco alrededor del mercado, pero que este se iba a abrir en punto de las 06”, contó Díaz, quien percibió desorganización, ya que mientras la coordinadora del mercado, Noemí Alavez, decía que la policía ya tenía indicaciones para abrir, estos esperaban el arribo del secretario de Seguridad Pública. “La situación es tan delicada que la gente está dispuesta a obedecer, pero no de esta manera”, cuestionó el dirigente sobre la desorganización entre autoridades que motivó el enojo de los locatarios.

Este martes, tan pronto hubo luz verde, los estacionamientos en el interior comenzaron a recibir a usuarios, tanto quienes querían guardar sus unidades como los que tomaban algún taxi colectivo hacia municipios conurbados.

Incluso los perros y gatos que por algunos días fueron los únicos habitantes de la zona, se alegraron al ver a clientes y vendedores. No faltó el can que, esperanzado por un trozo de carne, veía cómo un par de empleados descargaba fragmentos de reses que más tarde terminaban en cubos pequeños o bisteces. 

POLICÍAS DISPERSOS

Los policías que antes eran habituales en los filtros sanitarios, se vieron dispersos en el área, a veces a pie y en otras ocasiones a bordo de motocicletas.

Aunque algunos locatarios de la zona seca ingresaron para ver o abrir sus negocios, la que mostraba más signos de vida era la zona húmeda. 

Varios empleados, con cubrebocas y caretas, recibían a los clientes para darles un poco de desinfectante y recordarles el uso obligatorio de cubrebocas. En el interior, una cortina de plástico separaba a clientes y vendedores en las carnicerías; otros locatarios más se apresuraban a limpiar y desinfectar sus espacios. Al igual que en el exterior, en torno a las oficinas del mercado. Ahí, un par de mujeres con escoba en mano retiraba el jabón y el agua de los pasillos. 

PÉRDIDAS EN MERCANCÍA

A unos metros, Sara y Elena clasificaban la fruta y la verdura que guardaron el fin de semana. Más de la mitad de la mercancía se les echó a perder. Una parte, aún rescatable, la donaron, pero otra más terminó en la basura. No fueron las únicas, sus compañeros del área también perdieron cantidades similares. A nosotros nos pidieron cerrar, pero los supermercados siguieron operando, señalaron ante una medida que les tomó por sorpresa a ellas y a varios comerciantes. 

“No sabíamos”, dijo Guadalupe Hernández López, al frente de una tienda de abarrotes. Aunque en su caso no se les descompuso la mercancía, sí perdieron las ventas de esos tres días. 

Otra persona que no generó ingresos a raíz del cierre de la Central de Abasto fue Jorge. “Estuvimos desempleados por tres días”, contó quien por casi tres décadas ha laborado como conductor del transporte público y que a raíz de que se declarara a la Central como zona de alto riesgo vio disminuido a la mitad o más sus ingresos. Aunque también le ha preocupado su salud. “Es mucho riesgo, pero tenemos que llevar el pan a la casa, y queramos o no, hay que trabajar”.

RECUPERAR ALGO DE LO PERDIDO

Para Senén Ramírez, propietario de una bodega en la zona de frutas y verduras, cerrar por tres días significó que la mercancía quedara dañara. “No dejaban entrar a la gente, nadie nos compraba”, relató el comerciante que, ante la llegada de clientes, se sentía aliviado por recuperar las ventas.

En esa misma zona, donde algunas bodegas lucían vacías y otras más con algunas cajas llenas, Juan Ojeda compraba frutas y verduras para revender. Él, que habitualmente se surte los días domingo y lunes, acudió presuroso para no dejar a sus clientes sin qué adquirir en su tienda. Hubo afectaciones económicas por el cierre, aunque es más importante la salud, reconoció el comprador.


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