En el tianguis del polideportivo nadie sabe del Coronavirus

“Deme una memela de queso”, pide un policía municipal en uno de los tantos puestos de comida del tianguis que se ubica cada viernes atrás de las instalaciones del Polideportivo Venustiano Carranza. Mientras el uniformado toma la salsa verde depositada en un bote de mayonesa, un joven habla por teléfono, “vine al tianguis a contagiarme de coronavirus”, dice, mientras el policía esboza una sonrisa.

Si bien, el tianguis no está a reventar, el flujo de personas es considerable. Aquí no aplica ninguna medida de seguridad. El agua para lavarse las manos no existe y del gel antibacterial nadie sabe nada.

Hasta aquí, no es que esté tan lejos, no llegaron los comunicados del Gobierno del Estado como del municipio de Oaxaca de Juárez que recomendaban ante todo evitar las aglomeraciones.

Al mismo tiempo, las redes sociales anunciaban la llegada del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a Oaxaca, ahí, en el Aeropuerto ubicado en Santa Cruz Xoxocotlán, otra aglomeración, provocada por los mismos que deberían evitarla, hervía como un caldo de cultivo, en plena contingencia sanitaria.

Al medio día, el sol pegaba con fuerza y el aceite hirviendo en una olla, en cuyo interior las quesadillas quedaban listas para degustar. “Pásele, tenemos tacos de arrachera o maciza”, los comerciantes de la comida intentan atraer a los clientes, que no son tantos como otras veces.

“Nadie nos ha dado recomendaciones”, afirma una comerciante sin dejar las flores que le dan color, al menos a una parte de los hules y estructuras metálicas. “Algunas personas vienen con cubre bocas, y nosotros buscamos gel antibacterial en las farmacias, pero ya no hay”.

En el tianguis, la vida es la misma. Como cada viernes hay que ganarse el pan, con los trucos y con las posibilidades disponibles que el trabajo informal les ha dado y que han defendido durante años. Saben que el coronavirus pasará, pero la pobreza no.