Riberas del Atoyac, entre hoyos y lodo
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Riberas del Atoyac, entre hoyos y lodo

Las llantas del camión luchan con los hoyos que forman el Libramiento Atoyac convertido en lodazal, pues el asfalto hace mucho que desapareció


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Las llantas del pesado camión de carga luchan con los hoyos que forman la avenida Libramiento Atoyac convertida en un lodazal, pues el asfalto hace mucho que desapareció, y los charcos producidos por la lluvia dominan la calle.

Metros más adelantes la avenida se convierte en Riberas del Atoyac, y con el nombre, las cosas empeoran, baches, agua y tierra hacen una combinación mortal para automovilistas, motociclistas y peatones; las lluvias de los últimos días son el último golpe.

Aquí, el abandono municipal, estatal y federal de las vías de comunicación encuentra su máxima expresión, pues no importa la época del año o el gobierno en turno, el estado de esta vialidad siempre es deficiente.

“Una moneda ñero”, le grita Alfredo a un mototaxista que circula justo en donde inicia Riberas del Atoyac, el chofer detiene su unidad aprovechando que los charcos de esta zona hacen que la circulación sólo sea posible en un sólo sentido.

Alfredo, vestido con una camiseta blanca, o al menos lo fue alguna vez, con gorra hacia atrás y barba descuidada tira un ladrillo al enorme bache que intenta rellenar, mientras que con el siguiente movimiento estira las manos para pedir una moneda a los automovilistas quienes hacen gala de su pericia frente al volante para evitar caer en los baches; algunos, sin éxito.

Junto al joven de playera blanca, otro maneja la vieja camioneta roja en la que traen el escombro, una mezcla de rocas, ladrillos, concreto y tierra, él no quiere dar su nombre ni se muestra tan sociable como Alfredo.

“Traemos el escombro de una casa donde nos la regalaron y pues aprovechamos que él tiene su camioneta para rellenar los baches”, dice Alfredo, sin dejar de estirar la mano pidiendo monedas.

El trabajo de los jóvenes parece interminable ante la gran cantidad de hoyos en la avenida, “año con año es lo mismo, y no somos los únicos, son varias personas las que vienen a rellenarlos, no nos dan mucho, pero sale algo”, destaca el joven.

LOCA CARRERA

Un taxi colectivo que proviene de Magdalena Etla pasa a toda velocidad y rebasa a una motocicleta que buscaba esquivar un bache, tras el colectivo una Urvan, también del transporte público lo persigue.

Frente al municipio de San Jacinto Amilpas, pero del lado de Oaxaca de Juárez, la avenida Riberas del Atoyac se convierte en cuatro carriles, aquí los baches disminuyen en número, pero no desaparecen.

Esta situación es aprovechada por los prestadores de servicio de transporte público del Valle de Etla para “echar carreritas”; esquivando hoyos en el pavimento y vehículos pesados uno que otro vado desecho los detiene por momentos.

Llegando al puente de San Jacinto Amilpas, mototaxistas de color blanco se suman a la competencia, sin que el policía vial que intenta dirigir el tránsito en este lugar se percate o haga algo para que uno se pase el alto.

ENTRE LA BASURA, LOS BACHES Y LA PESTILENCIA

Llantas, basura, carrizos y un nauseabundo olor acompañan a la avenida Riberas del Atoyac prácticamente en todo su trayecto en la capital del estado; sin embargo, del puente de San Jacinto a la Central de Abasto el problema se acrecienta.

En el Puente del Tecnológico y bicentenario, con sus respectivos pasos a desnivel, los coches, camiones pesados y motociclistas tienen un dilema, pierden tiempo cruzando por la parte alta en donde se encuentran los semáforos o usan los pasos a desnivel y correr el riesgo de dañar su unidades o, en el peor de los casos, quedar atascados.

Los valientes se arriesgan a cruzar por los pasos a desnivel en donde encuentran tierra suelta, rocas, encharcamientos y si bien les va, sólo un susto. El riesgo cuando llueve es mucho peor, como lo han constatado varios intrépidos que dejaron sus autos estancados entre los baches y el agua encharcada.

Frente a la Central de Abasto, en donde la Avenida cambia de nombre y es denominada Constituyentes, la invasión del Río Atoyac por parte de organizaciones sociales ha dejado a esta cada vez más lejos de su afluente, sin que esto impida la formación de baches.

En horas de la mañana y de la tarde y en específico los martes y los jueves el tránsito en la zona es de miedo, pues son días de mercado en donde cientos de comerciantes llegan con camiones pesados y camionetas en donde trasladan sus productos.

Los mototaxistas nuevamente hacen su aparición en esta zona, brindando los servicios a la agencia de San Juan Chapultepec. La situación no mejora al llegar a lo que alguna vez fuera el Parque del Amor, ahora convertido en un mercado improvisado, también bajo dejadez de los gobiernos municipal y estatal.

Bajo el puente que conduce a Santa Cruz Xoxocotlán, en donde inicia la avenida Francisco Zarco, los encharcamientos y los baches, además de los improvisados trabajadores que intentan rellenarlos aparecen.

La deplorable situación de las vías contiguas al Río Atoyac son usadas por los automovilistas ante el crecimiento de los vehículos en la capital del estado, “diles que les echen tierra al menos”, grita un conductor mientras intenta cruza un enorme charco. “Es cosa de siempre”, remata mientras se aleja.