El Istmo de Tehuantepec es reconocido por sus costumbres y tradiciones que de manera milenaria han venido realizándose de generación en generación y algunas de ellas, como la de todos santos, no se pueden dejar de realizar, pues existe la creencia que en estas fechas los muertos llegan a las casas a convivir con sus familiares.
En esta ocasión, la celebración se vuelve más significativa, debido a que la ciudad se encuentra devastada por el terremoto que acabo con el patrimonio de muchos juchitecos, quienes vive en la calle, pues ya no cuentan con una casa.
Sin embargo, para las familias zapotecas es de vital importancia ofrendar a través de altares los guisos que a sus difuntos les gustaban en vida. Los altares son adornados con flores de colores característicos de la celebración como el cempasúchil y la cresta de gallo, pero además colocan frutas como manzana, naranja, mandarina y plátano, además de bebidas como refresco, agua, cerveza y mezcal, así como los alimentos típicos.
Los zapotecas, al igual que los demás pueblos mesoamericanos, se valían de un sistema de doble calendario para el manejo de su tiempo. Uno era el del año solar de 365 días, llamado ‘Iza’ (año en zapoteco), que utilizaban para sus fines agrícolas y civiles; y el otro, el del año lunar de 260 días, llamado en el zapoteco del Istmo Biguie’, que era utilizado para sus fines religiosos y constaba de trece meses de veinte días cada uno.
Tomás Chiñas Santiago, presidente de la Asociación Cultural “Tona Taati”, explicó que la palabra Xandu’ es la zapotización del vocablo castellano “santo”, que a su vez viene del latín “sanctus”; sin embargo, dijo que según su teoría, debe ser Biguie’, por el calendario religioso de los zapotecas y no Xandhu’.
Comentó que se le llama Xandu’ Ya’a (todo-santo fresco), al primer Todos Santos, con ofrendas de purificación y es que se dice que los muertos ya no regresan después de dos años, por eso se acostumbra hacer dos ofrendas.
Destacó que en el caso de los pueblos zapotecas, la celebración se hace durante los días de octubre y no de noviembre, como se hace en otras culturas y se hace en los domicilios de las casas donde vivió el ser fallecido y no en el panteón.
“Son las características muy particulares de la población de Juchitán y ahorita estamos viendo cómo las familias están conmemorando a los muertos, se les está haciendo la ofrenda, en algunos lugares bajo lonas, en otros bajo laminas o en un patio y en algunos lugares en el interior pero en la mayoría se están haciendo bajo condiciones adversas, debido al sismo que destruyó las viviendas”, agregó
Debido a las condiciones de las casas dañadas por el sismo de magnitud 8.2 del pasado 7 de septiembre, Chiñas Santiago dijo que algunas personas comentan que por esta situación los muertos podrían confundirse como ocurre con quienes buscan una casa y está ya no está, pero existen algunos elementos que tienen ciertos simbolismos, que les permitirán a los muertos orientarse.
“En el caso de nosotros a lo mejor nos cuesta trabajo identificar algún lugar por no existir las referencias por el colapso que se dio a consecuencia del terremoto, pero los espíritus, debido a los elementos que forman la ofrenda, les va a permitir encontrar la ruta para llegar a lo que fue su casa”.
Las creencias
“Si yo no lo cumplo no voy a estar bien, yo siento que no voy a estar bien”, indicó Rosa Linares, al destacar la importancia de llevar a cabo esta tradición en honor a la señora Rita Linares, quien lamentablemente falleció hace unos meses.
“Es muy importante realizar esta tradición, nos duele porque ella se fue, nos duele mucho y quiero cumplir las obligaciones que ella me dejó, tengo que cumplir con estas obligaciones porque a ella le gusta, era muy católica y tenía sus creencias en todo esto y pues no podíamos dejar de hacerlo”, expuso.
Mencionó que querían entrar a la casa para poder hacer la ofrenda ahí; sin embargo, por las condiciones del inmueble, no pudieron y tuvieron que buscar la manera para poder realizarlo, por lo que utilizando algunas maderas de lo que fue su hogar, construyeron un espacio para elaborar el altar y bajo una lona lo resguardan.
“Este es un pequeño Biguie’ que le estamos haciendo a mi tía, porque lamentablemente el terremoto se llevó las casas, el plan era hacer este “todo santos” adentro de su casa, pero lamentablemente se perdió todo y aunque sea bajo esta lona logramos hacerlo, compartiendo con los vecinos y la familia, pues ella fue muy buena”, destacó.
Por su parte, Reyna Guerra Linares expresó que la gente dice que si no se hace, si no se realiza esta costumbre, no podrán estar bien, por eso como sea se tiene que llevar a cabo, pues así nuestros difuntos podrán venir a visitarnos y llevarse lo que les ofrecemos.
“Por ejemplo, esto es para los que ya cumplieron seis meses o un año, para los que acaban de morir, si se les pone en el santo, pero no se celebra así, después de un año es cuando se pone el altar. La gente más viejita, la de más antigüedad pone el Biguie’, pero en otros lados es más el altar, son recordados pero se tiene la creencia que los que acaban de morir no vienen este año, será hasta cuando cumplan el primer año, cuando les hagan su Biguie’”, reveló.
Vida más allá de la muerte
Los pueblos indígenas tenían una concepción de la muerte como una etapa más de la vida, o sea que la vida no se acaba con la muerte de la persona, sino trascendía a un estado de paz, y no se veía con temor a la muerte.
“Si vienen, la creencia de uno es que ella está viva para nosotros, para nosotros ella sigue viva, por eso cuándo ella venga, que traiga a su familia, a sus hijos, sus nietos, los que ya están fallecidos van a encontrar algo, para que los disfruten ellos”, explicó Asunción Santiago Terán, quien expuso que este es el primer “todos santos” de sus mamá Jacinta Terán Mendoza.
Agregó que su mamá dirá que cuando se fue las casas todavía estaban y ahora con el temblor ya no la encontrará igual, peor al final llegará a visitarlos.
“Ellos ya saben a dónde viven, van a llegar, de lo que se van asombrar es que las casas están derrumbadas, pues ya no es igual cuando ellos estaban vivos”, apuntó.
Mencionó que en el caso de su mamá tiene seis meses que falleció por eso le están realizando primer “todos santos”, en donde le colocan sus platillos favoritos, frutas, flores y veladoras.
En español se llama el primer año de muerte de la persona, Todos Santos, en zapoteco se dice “Xandu’ Ya’a”, y al segundo Todos Santos se llama “Xandu’ Guiropa”, pero hay personas con mejores posibilidades económicas que realizan para sus difuntos un Xandu’ Guio’ na (tercer Todos Santos) situación completamente excepcional.
Sincretismo Religioso
En Juchitán, la celebración se realiza durante los días 30 y 31 de octubre, aunque anteriormente los zapotecas antiguos les rendían culto del 25 al 30 de octubre, basados en su calendario religioso conocido como (Biguie’) y después de la llegada de los españoles, se nombró como Xandu’ (Todos Santos).
La celebración del Xandu’ o Biguie’ tiene dos orígenes: el autóctono y el cristiano, que a través del tiempo se fueron mezclando en un sincretismo religioso.
Fue el Papa Gregorio IV, en el año 835 de nuestra era, quien instituyó la fecha 1 de noviembre como el día de Todos los Santos, para honrar a todas las almas de las personas justas. Por su parte, en el año 998 de nuestra era, San Odilio, abad del monasterio de Cluny, en el sur de Francia, añadió la celebración del día 2 de Noviembre para orar por las almas de los fieles difuntos.
Pero el pueblo de Juchitán es el único en México que no aceptó la imposición ideológica de los frailes españoles, al querer imponer el culto a los muertos el 1y 2 de noviembre, por lo que en Juchitán se sigue haciendo el 30 y 31 de octubre.