En un día significativo, cuando se cumplían mil días desde que Rusia invadió Ucrania, el presidente Vladimir Putin firmó una doctrina nuclear revisada que amplía significativamente las condiciones bajo las cuales Rusia podría recurrir al uso de su arsenal nuclear. La nueva política establece que cualquier ataque convencional contra Rusia respaldado por una potencia nuclear será interpretado como un “ataque conjunto” contra la nación, lo que marca un endurecimiento en las amenazas nucleares de Moscú en un contexto de guerra en Ucrania y tensiones con Occidente.
La firma de esta doctrina sigue a la decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de permitir que Ucrania utilice misiles de mayor alcance suministrados por EE.UU. para atacar objetivos dentro de Rusia. Lo que aumentó la presión sobre el Kremlin. Esta medida, según el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, había sido planificada desde principios de año y se consideraba oportuna debido a la evolución de la situación actual en el conflicto con Ucrania.
EL PODER NUCLEAR COMO DISUASIÓN Y RESPUESTA
La nueva doctrina especifica que Rusia podría recurrir a sus armas nucleares en respuesta a un ataque convencional que represente una “amenaza crítica para la soberanía y la integridad territorial” de Rusia o Bielorrusia, su principal aliada. Este lenguaje vago otorga a Moscú un amplio margen de maniobra para justificar el uso de su arsenal nuclear. Además, amplía las circunstancias en las que podría desencadenarse tal respuesta, que incluyen ataques aéreos masivos con misiles balísticos, misiles de crucero, drones y otras aeronaves.
Este cambio en la política nuclear es una señal clara de la disposición de Putin a utilizar el arsenal nuclear de Rusia como una forma de presionar a Occidente. Mientras Moscú continúa su ofensiva en Ucrania, que se ha estancado en varias áreas desde su inicio en 2022. A través de estas amenazas nucleares, Putin intenta disuadir a los países de la OTAN y otros aliados de Ucrania de incrementar su apoyo al gobierno de Kiev.
EL TEMOR A LA ESCALADA NUCLEAR
El nuevo documento también indica que un ataque aéreo masivo contra Rusia, que implique una variedad de armas de largo alcance, podría ser un desencadenante para el uso de armas nucleares. Este enfoque es una ampliación significativa de la doctrina anterior, que solo especificaba el uso de armas nucleares en respuesta a un ataque de misiles balísticos dirigidos directamente a Rusia o sus aliados.
Putin ha sido claro en sus advertencias de que cualquier escalada por parte de la OTAN, como permitir que Ucrania ataque territorio ruso con armas suministradas por Occidente, podría llevar a un conflicto directo entre Rusia y la Alianza Atlántica. El presidente ruso ha expresado que en ese escenario, Rusia consideraría la situación como una guerra entre Rusia y la OTAN, lo que justificaría el uso de su arsenal nuclear como última medida.
EL PAPEL DE BIELORRUSIA Y LAS IMPLICACIONES GEOPOLÍTICAS
El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, aliado cercano de Putin, también juega un papel clave en esta dinámica. Al permitir que Rusia utilice su territorio para desplegar tropas y armas en la guerra contra Ucrania. Moscú ha comenzado a desplazar armas nucleares tácticas a Bielorrusia. Lo que aumenta aún más las tensiones en la región y eleva la posibilidad de una escalada nuclear. Bielorrusia se ha convertido en un componente estratégico dentro de la doctrina de disuasión nuclear de Rusia. Dada su ubicación y su dependencia de los subsidios y el apoyo militar ruso.
UN ENTORNO DE CRECIENTE INSEGURIDAD NUCLEAR
Desde el inicio de la invasión de Ucrania, Putin ha recurrido en varias ocasiones a la amenaza de usar armas nucleares. Una táctica que ha generado preocupación global sobre el riesgo de una guerra nuclear. La firma de esta nueva doctrina nuclear refleja la gravedad con la que Moscú percibe las amenazas externas y su disposición a tomar medidas extremas para defender lo que considera sus intereses nacionales.
A medida que la guerra en Ucrania continúa, las amenazas nucleares de Rusia aumentan, y con ello la presión sobre la comunidad internacional para encontrar una solución diplomática que evite una mayor escalada en el conflicto. Sin embargo, con las amenazas nucleares claramente en juego, el mundo se enfrenta a un momento de alta incertidumbre, donde cada acción y cada decisión podría acercar o alejar a las naciones del abismo de un conflicto nuclear.