La batalla de aranceles entre Estados Unidos y China sube de nivel, pero en el frente digital ya hay un claro vencedor: la censura. Beijing ha comenzado a bloquear palabras como “arancel” y “104” —el porcentaje del nuevo gravamen estadounidense a productos chinos— en redes sociales como Weibo y WeChat, mientras al mismo tiempo impulsa burlas virales contra EE. UU.
Sí, en plena guerra comercial, China está usando su famoso “Gran Cortafuegos” para silenciar el debate interno y controlar la narrativa. Las búsquedas sobre el tema en redes muestran mensajes de error, pero eso no ha impedido que los medios estatales aprovechen el momento para ridiculizar a EE. UU., destacando hashtags como #UShastradewarandaneggshortage (EE. UU. tiene guerra comercial y escasez de huevos), promovido por la cadena estatal CCTV.
La narrativa oficial: mientras Estados Unidos impone aranceles agresivos, también “anda pidiendo huevos urgentemente” a Europa. Sí, literal.
Pero la censura no es solo simbólica. También se han eliminado publicaciones de empresas chinas que alertaban sobre los efectos negativos de las medidas de Trump. Los mensajes borrados aparecían etiquetados con la típica frase: “El contenido es sospechoso de violar leyes o regulaciones pertinentes”.
¿Y ahora qué?
China respondió con sus propios aranceles y ha prometido “luchar hasta el final”. Sin embargo, su margen de acción es más limitado: exporta mucho más a EE. UU. de lo que importa. Aun así, en redes chinas proliferan los discursos nacionalistas, muchos de ellos promovidos por influencers alineados con el gobierno.
“El equipo de Trump está delirando”, afirmó el comentarista Hu Xijin, exeditor del diario estatal Global Times. “Están en guerra con el mundo y con las reglas básicas de la sociedad humana”.
¿Por qué importa?
Esta nueva fase de la guerra comercial no solo afectará los precios de productos como iPhones o Teslas en China, sino que también revela cómo las grandes potencias están trasladando los conflictos económicos al terreno de la información (o la desinformación).
Mientras tanto, millones de personas en China solo pueden ver una parte muy seleccionada de la historia. La que conviene.