El óxido estará presente en casi todas las cocinas debido al acero inoxidable con el que están hechos algunos elementos. Si bien estos serían resistentes a la corrosión, cuando sufre daños por abrasión, cortes o golpes (o incluso se expone a químicos o suciedad), las manchas quedarán casi indelebles. Esto sucede también en el lavabo, un sector muy difícil para realizar la limpieza.
El metal se oxida debido al contacto entre el oxígeno y el agua, causando la corrosión hasta en las superficies más resistentes como el acero inoxidable. Esto también debilita distintas superficies, especialmente al lavabo. Por lo tanto, si nos toca limpiar esas manchas, podremos acudir a 3 trucos elaborados con ingredientes diferentes.
La primera opción para hacer la limpieza es con bicarbonato de sodio. Con una cucharada, combinado con otra cucharada de agua y un trapo de microfibra, tendremos un resultado fantástico. Primero debemos mezclar los ingredientes hasta formar una pasta homogénea y luego aplicar sobre la zona manchada. Dejaremos reposar durante 10 minutos y retiraremos con un paño de microfibra. Secaremos con otro trapo limpio y así eliminaremos esas manchas que tanto nos molestan.
Otra alternativa para erradicar el óxido es usar vinagre blanco. Solo necesitaremos una taza de vinagre blanco con una taza de agua, mezclaremos en un recipiente y verteremos en un atomizador. Aplicaremos en la zona a tratar y dejaremos reposar durante 10 minutos, para posteriormente retirar con una esponja humedecida con agua y finalmente secar con un trapo de microfibra.
Le diremos adiós al óxido y podremos dejar el lavabo como nuevo con una limpieza con una fruta cítrica y noble como el limón. Cuando haya una mancha reciente, cortaremos la mitad de un limón y lo pasaremos por las zonas que presenten grandes marcas, dejando reposar unos minutos y pasando una esponja para dejar la superficie limpia y radiante.
