Los berrinches son rabietas, conductas agresivas y gritos, que se vuelven naturales en niños en edades de 18 meses a 4 años. De acuerdo a la psicóloga Lidia Mendoza Ortega, los berrinches son ocasionados por una necesidad básica en los niños que no ha sido satisfecha, como tener hambre, querer dormir y estar cansados, o bien por un deseo no cumplido, como un juguete o un dulce.
Los niños al estar en una etapa de desarrollo y autoconocimiento emplean las herramientas que tienen a su alcance para expresar lo que quieren. Detrás de un berrinche hay algo más allá que solo llorar o gritar, intervienen sentimientos y emociones.
“Los niños utilizan los berrinches como medio para obtener lo que quieren o necesitan porque no conocen otro, van descubriendo una fuente de cómo lograr aquello que ellos desean y la única forma de intentarlo es llorando porque no saben regular sus emociones”.
Las conductas berrinchudas son comunes, y hasta cierto punto normales, en la edad en que los niños caen en la cuenta de que son personas existentes por sí solas, independientes de mamá y papá, sin embargo es necesaria la intervención de los padres, ya que estos comportamientos podrían desencadenar problemas futuros en la adolescencia que difícilmente se podrán controlar.
“Hoy en día vivimos tan acelerados que se nos olvida que ellos están aprendiendo de la vida, son un lienzo en blanco, no nacen sabiéndolo, tú les tienes que ir enseñando la pauta de cómo regular sus emociones, de cómo pedir las cosas y de cómo expresar lo que sienten, no se detienen solos, si como papá no los enseñas bien vas a tener problemas en el futuro”.
Tips
Para la psicóloga Mendoza, un punto importante para aprender a controlar los berrinches en los niños es primero saber identificarlos, conocer que tienen, si se trata de alguna necesidad básica o si es meramente un deseo no cumplido o un capricho.
Algunas recomendaciones para que los padres pongan en práctica al momento de experimentar este tipo de conductas con los niños son:
- No desesperarse.
- Mantener la calma y entender que el niño no se comporta de esta manera para molestar, sino para llamar la atención.
- Tener paciencia. No actuar de manera impulsiva ni violenta hacia el niño, ya que se trata de una persona que está aprendiendo.
- Saber identificar entre una necesidad y un deseo.
- Saber decir “no”. Conversar con ellos y preguntar que sienten. Aprender a escucharlos y enseñarlos a que ellos escuchen también.
