¿Cómo puedo ganarme la confianza de mis hijos?
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¿Cómo puedo ganarme la confianza de mis hijos?

Estamos en una sociedad que no es la misma que hace 50 años; ha ido evolucionando


¿Cómo puedo ganarme la confianza de mis hijos? | El Imparcial de Oaxaca
Foto: Internet

Estamos en una sociedad que no es la misma que hace 50 años; ha ido evolucionando. Los trabajos han cambiado: se busca colaboración en equipo y los jefes comienzan a entenderse como líderes que guían, no tanto como alguien que impone lo que hay que hacer. Sin embargo, en el tema de la educación, aún existen muchas formas de relación que están obsoletas.

Antiguamente, la familia se entendía como una jerarquía. Yo mando, tú obedeces. Has de hacerlo porque soy tu padre/madre. El hecho de que un hijo no cuestionara a sus padres o no se atreviera a contradecir las decisiones familiares, era sinónimo de respeto.

Pero, ¿es el respeto realmente eso?

El respeto es admiración, confianza, valoración. Yo te obedezco porque lo que me pides tiene coherencia, porque tú no me dices una cosa y haces otra, porque te paras a explicarme, porque aprendo también de las consecuencias (se me permite equivocarme) y porque siento que importo y formo parte de la familia.

Imponer, acusar o gritar no induce al respeto, más bien provocan miedo. Cuando tratamos así a nuestro hijo, el niño no contradice por miedo a ser castigado, a un cachete, a perder el cariño de sus padres…

¿Qué les enseñamos a nuestros hijos cuando hacemos estas cosas?

Realmente poco. Lo único que harán será querer crecer para poder ejercer ese poder y sentirse que controlan algo en su vida.

Es por ello que hemos de seguir la estrategia de implicar a los niños en la vida diaria. Que ellos sientan que pertenecen a algo, que se les tiene en cuenta, que son alguien importante en su familia. Sentir casa como hogar. Querer volver cuando crezcan, que sea su lugar seguro.

La estrategia más eficaz para ganarse la confianza de tus hijos

¿Qué ocurre cuando los niños se vuelven desafiantes, nos llevan al límite cada día, o necesitan llamar la atención de una forma negativa?

Ocurre que vivimos demasiado deprisa, necesitamos que nuestros hijos obedezcan, se porten bien y no nos contradigan demasiado, entre otras cosas, porque no llegamos a nada. Estamos agotados.

Pero ellos, esto no lo entienden. Necesitan ser escuchados, y necesitan que paremos. ¿Qué está pasando?, ¿qué puede estar sintiendo mi hijo?, ¿qué necesita?

A lo mejor tu niño tiene entre dos y tres años y está en el momento en el que a todo dice “¡no!”. En este momento vital, contradecir no significa desafiar, forma parte del proceso de diferenciación. Si yo no soy tú, puedo pensar distinto. Necesita probar, autoafirmarse. Y si podemos pararnos por un momento y detenernos ante el mundo, quizás podamos comprender.

Cuando un niño “se porta mal” o mejor dicho, cuando no se porta como esperamos que lo haga, lo más importante no es fijarnos en lo concreto de la conducta, sino comprender qué ocurre y para qué ha hecho lo que ha hecho. ¿Qué quiere conseguir? ¿Qué hay detrás de este comportamiento?

Si castigamos, nos alejamos de nuestro hijo y no estamos comprendiendo qué nos quiere decir. La “mala conducta” es un indicativo de que algo no va bien. Hemos de ponerle palabras a lo que siente, acogerle y comprenderle. Eso no significa que las cosas que haga no tengan consecuencias, pero para que entienda las consecuencias y tenga algún interés en cambiar, previamente ha de sentirse comprendido.

¡Escucha más a tu hijo!

¿Respetas y confías en tu hijo?

Para evitar esta sensación de ser dirigido a todas partes, los niños, especialmente algunos con una personalidad más marcada, necesitan sentir que tienen algún poder de decisión. Por eso ante situaciones cotidianas de la vida, hemos de ofrecerles alternativas. ¿Quieres esta ropa o esta? ¿Quieres espaguetis o macarrones? ¿Quieres hacerlo ahora o dentro de 5 minutos?

Estas cuestiones, que no determinan demasiado para los adultos, son fundamentales para el desarrollo de la autonomía, confianza y autoestima del niño.

Tras estas preguntas hay muchas cosas que nuestros hijos sienten: Me escuchan, mi opinión es importante, me dan mi tiempo… Quizás no son conscientes directamente, pero se les otorga un lugar en la familia, les hace pensar antes de actuar y sienten que cuentan con ellos.

Darles la posibilidad de pensar cuando no le damos la vida hecha, les ayuda a aprender a tomar decisiones, y genera en la familia un clima cooperación. Queremos niños responsables, que sean capaces de tomar decisiones, pero esto no va a ocurrir si no se sienten con el derecho de pensar por sí mismos.

Queremos hijos que nos respeten, pero ¿cuántas veces sin darnos cuenta somos sus padres al no dejarles hablar, al gritarles, etc. los que les estamos faltando al respeto? Queremos que nuestros hijos confíen en nosotros, ¿pero realmente les estamos escuchando?

Hacer las cosas de esta manera requiere quizás más esfuerzo y tiempo a corto plazo, pero garantiza una relación basada en la seguridad y el respeto en el futuro.

Si quieres ganarte el cariño de tu hijo, escucha antes de gritar, dale tiempo para aprender, perdona cuando se equivoque y por encima de todo, confía en la persona que es y en la que se está convirtiendo.