Romper el silencio
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Columna

Romper el silencio

Romper el silencio es denunciar la injusticia, la agresión, la violación, el robo y al poder que se pretende intocable, impune


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No todo lo que brilla es oro y nada brilla más que Hollywood. La denuncia de la actriz Rose Mcgowan contra el productor Harvey Weinstein es el último de los casos que demuestra la importancia para el mundo que tiene romper el silencio.

La actriz, protagonista de películas como Scream y Planeta Terror, denunció el año pasado al magnate de la industria fílmica por haberla violado cuando tenía 23 años, en 1996. El silencio se mantuvo durante casi 20 años.

Romper el silencio, denunciar la injusticia, la agresión, la violación, el robo, al poder que se pretende intocable, impune. Weinstein es solo un ejemplo.

Alyssa Milano rompió el silencio en las redes. Propuso que toda mujer que hubiera sufrido acoso sexual o violación escribiera en twitter con el hashtag #Metoo. Los mensajes se cuentan por millones.

La lista de actrices acosadas, abusadas o violadas por este director se ha multiplicado incesantemente: Gwyneth Paltrow, Asia Argento, Mira Sorvino, Angelina Jolie, Ashley Judd o Annabella Sciorra. En total hay 70 acusaciones, cuatro por violación. Salma Hayek, tras las denuncias contra Weinstein, que produjo su película Frida, aceptó haber sido víctima y contó cómo logró salvarse: Diciendo no.

“No a abrirle la puerta a todas las horas de la noche, en un hotel tras otro, en una localización tras otra. No a ducharme con él, no a mirarle mientras se duchaba, no a dejarle darme un masaje, no a dejar que una amiga suya desnuda me diera un masaje, no a dejarle que me hiciera sexo oral, no a desnudarme con otra mujer”. En una ocasión, el hombre la amenazó: “Te mataré, no creas que no soy capaz”.

El silencio tiene cómplices. Quentin Tarantino recibió el apoyo económico de Weinstein para producir varias de sus películas -Pulp Fiction, Kill Bill I y II, Bastardos sin gloria-, algunas le valieron nominaciones y premios Oscar. En octubre pasado aceptó que sabía desde hacía décadas que el productor cometía abusos sexuales, “sabía lo suficiente como para haber hecho más de lo que hice”. Las palabras del director son el poema de Martin Niemoller: “Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar”.

Romper el silencio también rompe a empresas gigantes. La cadena de televisión Fox News perdió a importantes clientes como Sanofi, Mercedes Benz y Hyundai tras revelarse que durante 15 años pagaron al menos 13 millones de dólares para silenciar a víctimas de abuso sexual de Roger Ailes, su presidente, y su presentador estrella, Bill O’Reilly.

A veces romper el silencio es una simulación. Aunque hay actos significativos en la lucha de denuncia contra el acoso en Hollywood, como el que la revista Time haya colocado a las denunciantes como las personalidades más importantes del 2017, otros casos han servido más como publicidad. El pasado domingo en la entrega de los Globos de Oro, todos los actores y actrices asistieron vestidos de negro en señal de protesta.

Rose Mcgowan acusó: “Y ninguna de esas personas elegantes vistiendo de negro para protestar por nuestras violaciones habría levantado un dedo. No tengo tiempo para la farsa de Hollywood”. Entre los asistentes quizá había otros directores, actrices y actores que no se atrevieron a denunciar a pesar de saber de esta situación.

En un discurso en una convención de mujeres líderes, Mcgowan explicó su situación: “Durante 20 años me han callado, me han insultado, me han acosado, me han vilipendiado. ¿Y sabes qué? Soy igual que ustedes”.

Aún hay muchos silencios que romper. Elijah Wood, que triunfó a los 18 años como intérprete de Frodo en El señor de los anillos, denunció hace dos años un pacto de silencio sobre los abusos sexuales a niños. “Los pedófilos son protegidos por figuras poderosas de la industria del cine”, acusó.

Entre las llamas, la justicia es torpe. Harvey Weinstein sigue libre. El principal denunciado, vilipendiado en los medios de comunicación, expulsado de la Academia Cinematográfica, está refugiado en una clínica de Escocia para “rehabilitarse”. El juicio en su contra en Nueva York iniciará hasta que el hombre haya concluido su rehabilitación.