Esa antigua recomendación de nuestras abuelitas de comer bolillo después de un susto ha perdurado a lo largo de los años, convirtiéndose en una tradición que muchos siguen sin cuestionar. Pero, ¿hay alguna base científica detrás de este consejo? Aquí te contamos qué dicen los expertos al respecto.
Según Sandra Delgado y Hugo Maguey, expertos consultados por UNAM Global TV, la práctica de comer bolillo después de un susto tiene cierta lógica desde el punto de vista fisiológico.
Cuando experimentamos un susto intenso, nuestro cuerpo entra en un estado de estrés agudo, lo que provoca un aumento en la producción de ácido estomacal. Este incremento puede ocasionar malestares estomacales y angustia emocional, manifestándose como un dolor en el vientre, comúnmente conocido como sensación de vacío.
Comer un bolillo en esta situación puede tener beneficios. Por un lado, la acción de masticar distrae la mente del miedo, desviando la atención hacia el movimiento de la boca. Por otro lado, el consumo de pan puede ayudar a reducir los síntomas de malestar estomacal asociados al estrés agudo.
Es importante destacar que los expertos aconsejan no excederse de tres bocados de pan, ya que esta cantidad es suficiente para ejercer un efecto regulador en el estómago.
En resumen, parece que hay una lógica fisiológica detrás de la recomendación de comer bolillo después de un susto, respaldada por la distracción mental y los beneficios para el malestar estomacal.