Aunque el espacio mismo carece de un aroma perceptible para los seres humanos, los astronautas que han tenido el privilegio de aventurarse más allá de nuestra atmósfera describen un peculiar olor que impregna sus trajes y pertenencias al regresar de sus misiones espaciales.
El astronauta estadounidense Tim Peake, quien vivió durante seis meses en la Estación Espacial Internacional en 2016, compartió sus impresiones en su último libro. Según Peake, el olor del espacio es sutilmente similar a la electricidad estática, recordando el aroma de metal quemado que se experimenta al recibir una descarga eléctrica intensa. El astronauta sugiere que esta sensación podría estar vinculada a la presencia de ozono en el espacio.
La teoría del oxígeno atómico también se ha propuesto como una explicación potencial para este intrigante olor. La radiación ultravioleta del sol puede descomponer las moléculas de oxígeno en átomos individuales que se adhieren a trajes espaciales y otras superficies expuestas al espacio, desencadenando reacciones químicas que podrían contribuir al aroma característico.
Otra hipótesis fascinante sugiere que el olor espacial podría estar relacionado con las explosiones de estrellas moribundas, conocidas como supernovas. Estas explosiones generan moléculas malolientes llamadas hidrocarburos aromáticos policíclicos, presentes en el carbón, los alimentos y otros materiales. Aunque estas teorías carecen de datos respaldados por estudios oficiales, añaden una capa de misterio al enigma del espacio.
Si bien los astronautas no pueden oler directamente el espacio debido a sus trajes y cascos, la persistencia de este peculiar aroma en sus prendas plantea interrogantes emocionantes sobre los secretos olfativos que el cosmos podría guardar. El universo continúa siendo un enigma en muchos aspectos, y el misterioso olor del espacio agrega un toque intrigante a nuestra exploración del último confín cósmico.