Entre estas costumbres arraigadas, destacan el uso de ramos de manzanilla y romero, así como la presencia del tradicional pan y las naranjas en las celebraciones.
El Jueves Santo, día en que se conmemora la Última Cena de Jesús con sus discípulos antes de su crucifixión, es una ocasión especial en la que los fieles acuden a las iglesias para participar en misas y actos religiosos. Durante esta visita, es común encontrar puestos o mesas donde se ofrecen hierbas de manzanilla, romero, naranjas y pan.
Los ramos de manzanilla, además de ser bendecidos en el templo católico, poseen un simbolismo especial. La manzanilla se utiliza en rituales de limpieza y renovación, siendo un símbolo de salud y purificación espiritual. Por otro lado, el romero está asociado con la memoria y el recuerdo, sirviendo como puente entre el pasado y el presente, y recordando a los seres queridos que han fallecido.
Durante la celebración de la Eucaristía, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, según la creencia católica en la transubstanciación. Este acto conmemora la Última Cena de Jesús, donde instituyó este sacramento. Además de su significado religioso, el pan y el vino tienen también una importancia medicinal. Tanto el romero como la manzanilla son conocidos por sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, analgésicas y estimulantes del sistema nervioso, siendo utilizados para tratar diversas afecciones de salud.
En resumen, los ramos de manzanilla y romero, junto con el pan y las naranjas, no solo tienen un profundo significado religioso en Semana Santa, sino que también representan la conexión entre lo espiritual y lo terrenal, así como la importancia de la salud y la memoria en la vida de los creyentes.
