A punto de cumplir 87 años, Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, no se duerme en sus laureles. Las polémicas que desata son cada vez mayores, desde su divorcio de la socialité Isabel Preysler hasta sus polémicas declaraciones políticas sobre la situación de su país. Con más de sesenta y cinco libros publicados, cientos de traducciones y los premios más importantes del mundo de la cultura a sus espaldas, al escritor peruano no le falta ningún mérito y sus lectores lo reconocen.
Pese a ello, no falta aquel que dice “Como persona me cae fatal, pero como escritor es magnífico” opinión que, si somos sinceros, está bastante generalizada. Quizá esa dualidad sea parte de su propio mito de escritor. Los años más recientes han sido más los chismes y vericuetos, de ahí que pasaran casi en silencio la publicación de sus ensayos “Medio siglo con Borges” (Alfaguara/ 2020) y “La mirada quieta de Pérez Galdós” (Alfaguara/2022).
Algo que no pasó desapercibido fue su ingreso a la Academia Francesa pues el primer escritor no francófono que tiene el honor de formar parte de esta academia, el ingreso fue a puerta cerra, pero la noticia sacudió el mundo de la cultura. Y su editorial celebra el hito con la publicación de “Un bárbaro en París” (Alfaguara/2023) que reúne en 281 páginas 20 textos que ha escrito a lo largo del tiempo sobre la cultura francesa.
Artículos, ensayos y su discurso de ingreso a la academia, conviven aquí con magistral prosa y evocan con una visión perspicaz a autores como: André Malraux, Alejandro Dumas, Gustave Flaubert, Jean-François Revel, Víctor Hugo, Moliere, Raymond Aron y Flora Tristán, entre otros a los que el escritor ha admirado en su vida como lector.
De Madame Bovary dice haber aprendido el tipo de escritor que quería ser “realista, un experto en fingir la realidad, no la fantasía”. Con Víctor Hugo supo que es un fetichista literario, “cuando a mí me gusta un escritor, quiero saberlo todo de él”, en la casi desconocida Flora Tristán aprendió a admirar también a “los encumbrados socialistas de salón”, esos que resuelven el mundo en tertulias donde se habla de todo y de nada a la vez.
Y así con cada uno de los autores, Malraux, Baudelaire, Rimbaud, Jean Paul Sartre y Albert Camus, estos últimos los que más impacto tuvieron en su conciencia política. Como lo cuenta en el discurso de ingreso, desde niño Francia ha sido la capital intelectual de su vida, aprendió a amarla y admirarla a través de sus escritores e ideólogos y como dice la contra portada del libro Un bárbaro en París “es la certeza de que cualquier intelectual latinoamericano, incluso uno nacido en la provincia peruana (un bárbaro), podía participar en todos los asuntos”.
@Urieldejesús02
