Gregorio nació en la capital oaxaqueña. Durante su infancia, sus padres decidieron residir en Ciudad Ixtepec, Tehuantepec, Oaxaca. Por razones de trabajo, con el tiempo se trasladaron a Matías Romero, Oaxaca.
Ya más despierto conoce la naturaleza que lo rodea, participando en las costumbres de la región, donde le llama la atención todo lo concerniente a las artes; en ese trayecto descubre su talento por la música, atraído fuertemente por esta, y con mucho esfuerzo adquiere un instrumento musical y participa en las festividades de la comunidad gustosamente.
Cuando ya es un adolescente regresa a la ciudad de Oaxaca para terminar sus estudios de secundaria y preparatoria. Teniendo un corazón aventurero, con mochila al hombro comienza a recorrer diversas regiones de Oaxaca como: Puerto Escondido, parte de la Costa; en ese entonces todavía no era un lugar de atracción turística como se ha convertido ahora.
Trabajó en diversos oficios como la construcción y pesca; luego participó como músico en las fiestas de este hermoso lugar, donde aprendió a manufacturar los instrumentos musicales. Dada su inquietud viajó a la Ciudad de México, donde permaneció un tiempo; después se dirigió a Tula, Hidalgo, donde también trabajó en la construcción de la Planta Termoeléctrica, en la que permaneció cinco años.
Posteriormente, se cambió a Nogales, Sonora, donde el destino le hizo tomar el camino artístico pictórico en lugar del musical. En este lugar conoció a un grupo de músicos que antes habían estudiado artes plásticas. A la par descubrió la existencia de un punto de coincidencia entre estas dos disciplinas, por lo que decidió incursionar en la pintura, esto debido a su don de observación y talento innato para el dibujo. Comenzó a descubrir sus dotes y plasmar sus vivencias en los lienzos. Sus experiencias de vida con espiritualidad los lleva a sus obras.

Creatividad
Su formación en el arte ha sido autodidacta, de esta manera comienza a estudiar por cuenta propia a los grandes pintores, siendo Picasso, una gran influencia para él. Hasta después de su mayoría de edad se da la oportunidad de tomar cursos en diversos talleres, en el Centro de las Artes de San Agustín, Oaxaca, enfocándose al muralismo y en punto México conectado como talleres sobre tecnologías y emprendimiento. Su temática, al parecer simple, multiplica los colores con suavidad, creando así una imagen absolutamente suya para decir aquí estoy, en cada color hay un mensaje descifrable para el espectador.
Crítica
Gregorio Magno es un artista que lleva el arte en la sangre. Sus obras van desde un estilo cubista, pasando por el abstraccionismo hasta llegar a un estilo surrealista. Hasta el momento su trabajo no ha sido exhibido por falta de comunicación, pero es para celebrar su interés por la pintura con técnicas diferentes, siempre en búsqueda de mejorar con los temas sugeridos de sus propias vivencias en un largo camino ya recorrido.
A través de distintos estados de la república mexicana, que al final descubre su exquisito gusto por pintar, no solamente el lienzo sino también la acuarela, en la que aprecia la naturaleza de diferentes lugares de nuestro México. Sus sentimientos están a la disposición del acercamiento con el público, quien seguramente no se arrepentirá de conocer lo nuevo de una historia de un errante como él. Estoy segura de que no tardará en exhibir sus obras en alguna galería de las muchas que existen en esta capital oaxaqueña.