A ritmo de boleros y sones terminaron las jornadas “Puentes culturales: Cuba-México, entre música y palabras”, organizadas conjuntamente por el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS) y el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Cuba, en Mérida, Yucatán, del 19 al 21 de marzo.
Pensado como un encuentro académico y cultural, se convirtió en una cálida celebración de la hermandad entre ambos pueblos. De la historia del cine cubano a las mujeres en la literatura, de los estudios sobre inteligencia artificial a la enseñanza del ballet, a lo largo de tres días se escucharon las voces de investigadores y creadores de ambos países. Al mismo tiempo hubo una exposición de pintura, una muestra gastronómica y recitales de música clásica y popular.
Podríamos remontar la relación cultural entre Cuba y México al exilio de José Martí, quien durante casi tres años –de 1875 a 1877– vivió en nuestro país creando lazos afectivos y políticos fundamentales para su proyecto independentista.
Décadas más tarde, en 1913, un joven Alfonso Reyes pasó por La Habana en una escala del barco que lo llevaba a España. Escribió entonces: “La Habana me recibe, la deliciosa Habana, con ese calor acariciador que sólo sirve para que disfrutemos mejor el don de la brisa”. Él mismo decía: “Fue amor a primera vista”. Un amor que tuvo oportunidad de refrendar en viajes posteriores, siempre deslumbrado por la luz, el aire y la cultura de Cuba.
En términos musicales, la conexión es más antigua aún. Como comentó Enrique Martín Briceño, uno de los principales especialistas en cultura yucateca, en su conferencia “Mérida y La Habana: una historia musical compartida”, ya en la época Colonial, el maestro de la capilla de la catedral de Mérida, José Pren y Chacón, viajó a la capital cubana a perfeccionar su música y obtener partituras.
Martín Briceño destacó las relaciones entre géneros y estilos desde entonces hasta la actualidad, acompañando sus palabras con fragmentos de grabaciones de guarachas, habaneras y boleros.
Sara Poot Herrera, nacida en Mérida, especialista en Sor Juana y gran estudiosa de la literatura mexicana, hizo un delicioso recorrido por la relación de ambos países a partir de algunos personajes clave como la cantante cubana Ligia Cámara y la crítica literaria Aralia López González, autora de La espiral parece un círculo, libro imprescindible para el estudio de la obra de Rosario Castellanos. Y cerró su participación titulada “Ciudades y hermanas”, con el análisis de la película Antes de que anochezca, basada de la novela de Reynaldo Arenas. Una película ambientada en La Habana, pero filmado por Julian Schnabel en Mérida.
De Cuba estuvo presente Zaida Capote Cruz, quien dio un muy rico panorama de la narrativa escrita por mujeres desde mediados del siglo XX al día de hoy, reuniendo a las autoras de dentro y fuera de la isla. Capote es autora de una antología de cuentos de escritoras cubanas próxima a publicarse en la colección Vindictas de la UNAM.
De la mano de Manuel A. Escoffie Duarte se hizo un recorrido por el cine cubano posterior a la Revolución, que cerró con la proyección del clásico largometraje Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea.
GACETA UNAM