David Illescas (San Juan Tabaá, 1992) se interesó por la actuación desde que era un niño, al ver y ser parte de una pastorela que lleva cerca de 150 años realizándose en su comunidad. De ahí surgió su inquietud “por actuar, por querer llamar la atención”, confiesa quien en su formación básica trató de participar en obras teatrales, declamando poesía o en bailables.
Su interés por dirigir surgió de adolescente, cuando al final de las clases de su telesecundaria les proyectaban pequeñas producciones del cine mexicano. “Y yo decía: quiero hacer eso. Primero como actor porque como director lo veía muy lejos”. Pero entrar a ese mundo en el que ha logrado un Premio Ariel por Mejor Co Actuación en “Sin señas particulares” no fue fácil.
El actor originario de San Juan Tabaá tuvo que resignarse y abandonar el sueño de actuar y dirigir sus propias películas. Lejos de la Ciudad de México y las escuelas de teatro que en esta quería estudiar, debió ingresar a un Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA). Pero en el último semestre se le presentó la posibilidad de ser actor, con una obra propuesta y coordinada por su profesor Melitón Bautista Cruz.
El talento de David destacó en la puesta en escena realizada en marzo de 2010, ante la mirada de los amigos de su profesor. “Cuando terminó la función, uno de los antropólogos, Carlos René, me dijo que si quería estudiar teatro. Le dije: sí, pero ¿cómo? Y me responde: ‘yo te puedo echar la mano’”
Así empezó el andar de David, quien también contó con la ayudad de su hermana Yanith para emigrar a la capital del país y realizar su examen en el Centro Universitario de Teatro (CUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Pero dejar su comunidad de origen, en la que tuvo como lengua materna el zapoteco y como segunda el español, hizo que David se enfrentara a un nuevo contexto, a un “choque” cultural. Su primer año fue de adaptación y ya en el segundo logró varios llamados de diversos directores.
Fue en el 2012 cuando participó en su primer cortometraje: “400 maletas”, de Fernanda Valadez. De ahí siguieron la película “Mr. Pig”, de Diego Luna; la serie televisiva “Crónica de castas”, de Daniel Giménez Cacho, entre otras producciones de teatro, cine y televisión. Incluida “Al motociclista no le cabe la felicidad en el traje”, cinta de Gabriel Herrera que compitió en el Festival de Berlín.
Entre las últimas películas en que participó están “Noche de fuego”, de Tatiana Huezo, y “Sin señas particulares”, de Fernanda Valadez. Fue este filme el que le dio la oportunidad de ganar un Premio Ariel por Mejor Co Actuación en el año 2021.
Actualmente, David trabaja en su primer cortometraje: “Xgooba” (“Escamas”). Luego de haber dado vida a diversos personajes como un emigrante, el originario de la región Sierra Norte busca mostrar su propia mirada, a través de esta película de ficción, que espera estrenar en este año y llevar a diversos festivales del cine.
Lo que me he propuesto para mi primera película nació de una necesidad”, comparte David sobre un guion que escribió en 2010, luego de una catedra que tomó con Volker Schlöndorff (director de “El tambor de hojalata”). Aunque no fue sino hasta 2022 cuando logró grabarla gracias al apoyo de su madre (Rufina) y del Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes del Instituto Mexicano de Cinematografía.
El cortometraje es una producción hablada en lengua zapoteca y español. Para David, el cortometraje es también una manera de impulsar su idioma materno y que este no desaparezca, pues entre las nuevas generaciones de San Juan Tabaá se va perdiendo.
La película se basa en una experiencia personal de David y una historia que le contó su madre. El cortometraje recrea la historia de dos niños. Uno de ellos se quiere ir a los Estados Unidos con sus padres y el otro quiere seguirlo. Pero “surge una situación inesperada en que se encuentran con una serpiente”, a la que uno de ellos mata y queda enfermo.
Es así como el otro infante debe recurrir a un antiguo rito zapoteco para curar a su amigo. “Tiene que volver a hablar su lengua y volver a su identidad para salvar a su amigo”, señala David, quien para esta cinta de 20 minutos contó con la participación de varias personas de su comunidad, donde también inició un cineclub en 2022.
