Asunción Alvarado lleva su raíz mazateca a donde va y siembra semillas de colores a su paso por cualquier camino, nació en Nanj Ngaa (Madre Alada), San Andrés Hidalgo, Huautla de Jiménez, Oaxaca, donde también nació La Tortolita.
Su decisión por dedicarse a la pintura fue un compromiso personal de aportación a su pueblo. Durante sus estudios de secundaria representó a la región de la Cañada en un concurso de pintura, no fue un ganador, pero ya tenía por dentro la necesidad de plasmar sus intuiciones, paulatinamente de manera autodidacta y guiado por esa mencionada intuición y su afiliada observación, piedra angular de su forma de aprendizaje, fue perfeccionando su trabajo.
Dejar su pueblo natal significó dar un salto a lo desconocido, radicó fugazmente en la Ciudad de México, en donde la exposición colectiva de El Greco, en el Museo Nacional de Bellas Artes, lo marcó profundamente.
Luego se estableció en Tecamachalco, “La quijada de Piedra”, ciudad amurallada por cerros, en donde tuvo su primera experiencia colectiva en la Asociación de Pintores Gerson y un desarrollo prolífico en la obra muralista.
A través de su trabajo y su familia construyó las raíces que lo anclaron a esa ciudad y a los pueblos de la región poblana llamada Valle de Serdán, Asunción es un buen observador, pues su intención era pintar, involucrar, conocer el pueblo donde vivía, sus raíces, su historia, sus habitantes y sus costumbres, así como todos los aconteceres locales, nacionales e internacionales, por eso en sus trabajos se encuentran fusionados Tecamachalco y la sierra mazateca.
Su aporte no es únicamente pictórico, sino también es cultural, el artista Asunción trabaja para la gente a través de eventos, talleres y exposiciones que gestiona en diferentes comunidades de Puebla y la Sierra, actualmente su atención está enfocada en esta última, ya que después de más de una década radicando en Tecamachalco ha regresado a vivir bajo el cobijo de Nanj Negaa, aquí realiza su trabajo individual y colectivo compartido con su hermano René Alvarado, a quien describe como una fuerza aliada, así han dado un importante fruto en la instauración de la primera galería de arte en la Sierra Mazateca, Nd ia Xi ïnde, Casa de Adobe.
Asunción tiene su mirada enfocada en el micro y en el macro cosmos, en lo pequeño y en lo infinito; mantiene su preocupación por el mundo y aboga por una mayor conciencia y humanidad.
Creatividad
Asunción Alvarado, es un hombre conectado con la vida, con todo lo que existe, tanto en lo cotidiano como en la vida del sueño, esto explica que no está en el acto de dormir sino en el del ser que vive en un plano distinto y que no es visible a la mirada común, como el mundo de los chicones, entidades dueñas del territorio y sus existentes: ríos, plantas, animales, montañas, vientos, cuevas, sótanos, entre otros.
La búsqueda artística de Asunción está en la belleza, un fin inalcanzable que lo mantiene produciendo, en ser medio para otros, es decir, “una brecha para que otros puedan caminar”, mantiene su preocupación por el mundo y aboga por una mayor conciencia y humanidad; en transformarse constantemente, en ser y hacer algo diferente pero sin perderse así mismo y en una congruencia que articular su vida personal, familiar, laboral y social.
Crítica
El artista tiene su mirada enfocada en el micro y en el macro cosmos, en lo pequeño y en lo infinito. Las líneas que guían su producción la cual define como arte cósmico, son evidentes en las diferentes formas en las que representa a las aves, los espirales en el corazón aluden a la expansión de la conciencia del nacimiento u origen, mientras que otras aluden a la libertad a la transformación, pues su mirada no está solo en la cultura mazateca, sino en el principio mismo de la existencia, y la chispa en la luz creativa de su propia existencia.
Con información de Dolores Jiménez
