Con sus hábiles manos, Blanca Curiel López hace que la palma tome las formas de un Cristo, de una Virgen de Guadalupe o de una vela. Pero también de otras artesanías como la canasta de la abundancia, que en Oaxaca son parte de las decoraciones para las celebraciones de la Semana Santa.
Las palmas, como se conocen, se usan en el domingo de Ramos. Además de que se suelen guardar en los hogares o se colocan en los altares.
Desde un puesto a ras de suelo en la Central de Abasto, la artesana originaria de Yutanduchi de Guerrero, en la región Mixteca, habla sobre su trabajo y los obstáculos para venderlo. Esto último principalmente porque la clientela mantiene la práctica del regateo, es decir, de la petición de rebaja de los precios.
“Cuando vienen me piden de mayoreo y entonces le rebajamos un poquito”, cuenta la artesana que en las últimas tres décadas ha viajado de su comunidad a la ciudad de Oaxaca para la venta de temporada. En los dos últimos años, ella y sus compañeros han tenido que instalarse a mitad de calle y en áreas más reducidas.
Recolectar las palmas en su comunidad es el inicio del trabajo de Blanca. A eso se suma el viaje por el que junto con otras personas debe de pagar un transporte especial que les cobra 4 mil pesos en total para traerlos a la capital. La alimentación y otros gastos se suman a su inversión para la temporada. Aunque al final se ve obligada a vender los cristos en 20 pesos o incluso menos si les regatean.
Blanca reconoce que el precio no es el justo por su trabajo y por los demás gastos que implica. Sin embargo, es algo que tienen que enfrentar, al igual que la falta de espacios en el mayor mercado de la ciudad a causa de las obras en la zona de pan y comedores.
“Nos gustaría que nos respetaran el precio, pero a veces tenemos que dar por mayoreo para sacar lo de la comida y el transporte”, cuenta la artesana que en el resto del año se dedica a hacer otras piezas de palma como bolsas, petates, tenates y demás.