Juana Hernández, la locutora y migrante que representa a la Diosa Centéotl
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Juana Hernández, la locutora y migrante que representa a la Diosa Centéotl

El certamen oficial fue la plataforma para exponer los problemas que afectan a las comunidades originarias


Foto: cortesía // Juana se refirió en su primera intervención a la marginación de las comunidades, la pérdida de las lenguas originarias, la injusticia y la lucha social.
Foto: cortesía // Juana se refirió en su primera intervención a la marginación de las comunidades, la pérdida de las lenguas originarias, la injusticia y la lucha social.

De 65 años de edad, mixteca y locutora, Juana Hernández López fue elegida este fin de semana como la “Diosa Centéotl 2024” para encabezar las fiestas de “Julio, mes de la Guelaguetza”. Sin embargo, el certamen oficial por el que desde 1969 se elige a una representante de la deidad del maíz se convirtió no solo en una plataforma para mostrar la diversidad étnica y cultural del estado sino para hablar y motivar la reflexión sobre los problemas que aquejan a las comunidades originarias.

Aunque el certamen y las fiestas son organizadas por el Estado, tanto Juana como las otras participantes aprovecharon para hablar no solamente sobre el patrimonio natural y cultural o acerca de la organización de sus comunidades sino los problemas: la minería, la pérdida de las lenguas originarias, la explotación de los bosques y de la cocina tradicional, la marginación o la apropiación cultural.

Juana, locutora que tuvo que emigrar a Estados Unidos, se refirió en su primera intervención a la marginación de las comunidades, la pérdida de las lenguas originarias, la injusticia y la lucha social.

 

Foto: Rubén Morales // La representante dijo que su intención era alcanzar más corazones y llegar así a donde no pudieron sus hermanos.

 

Quien también emigró a Estados Unidos, pero volvió a su pueblo natal, recordó que su lengua madre, la mixteca, le permitió hace años “alcanzar el corazón de muchos radioescuchas que sintonizaban La Hora Mixteca en Radio Bilingüe, que transmite en Fresno, California”. Ahora su intención era alcanzar más corazones y llegar así a donde no pudieron sus hermanos. Aquellos migrantes que “se quedaron en el camino al cruzar la frontera”.

Hoy yo no soy Juana Hernández López soy la voz de esa niña que quiere elegir libremente su destino, soy la voz de esa niña de la monta que casaron a cambio de una res o unos cuantos cartones de bebidas. Soy la voz de ese niño que empuña entre sus manos un arma sin saber siquiera qué es ideología. Soy la voz de esa mujer mixteca que no atendieron en un hospital público por no hablar español” exclamó la ahora Diosa Centéotl, quien explicó que Juxtlahuca es un pueblo mixteco, pero también nación triqui.

 

Somos esa marea roja que muchas veces ha inundado las calles de Oaxaca y Ciudad de México luchando por nuestros derechos indígenas. Disculpen si con nuestra lucha hemos arruinado su día, pero todas esas mujeres de huipil son valientes, aguerridas y ven un futuro distinto al que ellas tuvieron”, agregó durante su participación del viernes. En ella también dijo que el contexto de su municipio es preocupante, pues hay explotación de los montes de su cultura y hay comunidades que aún esperan un cambio, pues viven en la marginación.

La exigencia de paz para su municipio o el que las mujeres que emigraron puedan volver para tejer y ver crecer a sus hijos en sus patios para que estos tengan arraigo. “No quiero que mi gente sea utilizada para darle más poder al poder” exclamó al pedir que los mixtecos y triquis de Juxtlahuaca sean sujetos de derecho y no tratados como objetos de cambio.

El sábado también se refirió a la importancia de las lenguas originarias como el mixteco, que a ella le permitió llegar a muchos lugares y a las y los migrantes. Por ello llamó a preservarlas, a transmitirlas a las nuevas generaciones; lo mismo que otros elementos de las culturas como la indumentaria y tradiciones. “Las lenguas originales son como los bosques, como los campos. Si no los conocemos no los valoramos”.


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