Legados de Leona Vicario y Zapata, en el olvido por autoridades

Casi en el olvido, así pasaron en Oaxaca los aniversarios de dos personajes de la historia del país: Leona Vicario, una heroína de la Independencia, y Emiliano Zapata, figura clave en la Revolución.

El pasado 10 de abril se cumplieron 235 años del nacimiento de “La Benemérita de la Patria” y 105 de la muerte de “El caudillo del sur”.

En la capital oaxaqueña no existe un monumento a Leona Vicario, a pesar de su papel en la guerra de Independencia de México. En el caso de Emiliano Zapata sí lo hay, en el bulevar Eduardo Vasconcelos, pero la estatua y su base se encuentran en el olvido y en deterioro.

Más allá de la ofrenda floral depositada por la Sección XXII y organizaciones sociales al caudillo, de parte de las autoridades no hubo ceremonia o acto oficial en el que se recordara a ambas figuras.

Soledad Leona Camila Martín Vicario y Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario, fue una heroína de la Independencia. Nació el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México y fue la única hija de Gaspar Martín Vicario, comerciante español, y de Camila Fernández.

En su biografía, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) señala que al estallar la guerra se integró a la sociedad secreta “Los Guadalupes”, en la que estaban “hombres y mujeres de diferentes procedencias quienes se encargaban de suministrar información, armas y recursos”.

Además de asistir a las tertulias y reuniones en las que se planeaban los movimientos y los transmitía a los jefes insurgentes, Vicario “mandaba fabricar suministros de guerra y pagaba recursos para las tropas”.

En 1813, tras ser interceptado uno de sus correos, tuvo que huir, pero fue capturada; aun así, no delató a sus compañeros. Tras ser rescatada por órdenes de Ignacio López Rayón, salió hacia Oaxaca. Fue aquí donde se encontró con Andrés Quintana Roo, con quien se casaría.

En su biografía, el INERHM detalla que en Chilpancingo recibió su primer homenaje y se le declaró como “Benemérita de la Patria”. Asimismo, que “en 1831 Lucas Alamán la acusó de haber actuado sólo por ‘cierto heroísmo romancesco’. En respuesta Leona escribió una carta vindicativa donde le aseguró que ‘no solo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos, y que los deseos de la gloria y de la libertad de la patria, no les son unos sentimientos extraños’”.

Vicario murió el 21 de agosto de 1842.

Emiliano Zapata

Sobre Emiliano Zapata Salazar, nacido el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, el instituto remarca que su familia estaba “dedicada a la labranza de la tierra y la crianza de ganado en pequeña escala”.

Con este origen, Zapata fue elegido en septiembre de 1909 como “representante de Anenecuilco para gestionar ante las instancias de gobierno la restitución de las tierras de su pueblo por los cauces legales”. Pero como no obtuvo respuesta, “en 1910 llevó a cabo el reparto de las tierras ocupadas por las haciendas a las comunidades de Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec, legítimas propietarias”.

Como una de las figuras de la Revolución, Zapata se sumó a la lucha emprendida por Francisco I. Madero en contra del entonces presidente Porfirio Díaz. Sin embargo, pronto se desligó de Madero y del gobierno interino porque este último, a cargo de Francisco León de la Barra, había ordenado al ejército someter a los revolucionarios.

El 25 de noviembre de 1911 Zapata promulgó en Ayoxustla, Puebla, el Plan de Ayala, documento que se convirtió en la principal bandera de lucha del zapatismo. El plan desconoció al gobierno de Francisco I. Madero por incumplir con los objetivos de la Revolución y exigió el reparto de los latifundios y la restitución de la tierra a los pueblos”.

Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919, tras ser emboscado “por fuerzas carrancistas en Chinameca, luego de que Jesús Guajardo traicionara al jefe suriano”.