Los sismos para los mexicas
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Arte y Cultura

Los sismos para los mexicas

La belleza poética de la manera en que los mexicas describían a un terremoto deja entrever lo que los sismos representaban para ellos


Los mexicas dejaron constancia de los hechos a través de glifos
Los mexicas dejaron constancia de los hechos a través de glifos

“La Tierra tropezaba con el Sol”. La belleza poética de la manera en que los mexicas describían a un terremoto deja entrever lo que los sismos representaban para quienes habitaban el territorio de lo que hoy conocemos como México.

Los mexicas dejaron constancia de los hechos a través de glifos, es decir, representaciones gráficas asociadas a ideas, conceptos y acontecimientos.

El glifo temblor de tierra que aparece en códices y anales se forma con la conjunción del glifo ollin, que significa movimiento, y el glifo tlalli o tierra. El primero de ellos se representa con un círculo alrededor del cual aparecen cuatro aspas de colores que dan idea de movimiento. De esta manera, tlalli asociado a ollin, tlalollin, significa movimiento de tierra: terremoto, explica Virginia García Acosta, doctora en Historia por la UNAM, en su tesis de grado.

En los Anales de Tlatelolco, la relación histórica más antigua en lengua náhuatl, aparece la primera descripción de un terremoto, ocurrido en 1455:

Hubo un gran temblor de tierra […] reventando los altos montes volcanes, de suerte que se destruyeron todos sin escapar ninguno […] hubo también  terremoto y la tierra se agrietó y las chinampas se desbarataron”.

La tesis de García Acosta, titulada Los sismos en la historia de México, recoge también un testimonio de un macrosismo ocurrido un poco después, en 1475:

[…] Muchísimos cerros se dislocaron y aplastaron casas […] fortísimos temblores de tierra, tan frecuentes y repetidos que los cerros se desgajaron en pedazos, las casas quedaron aplastadas […] se arruinaron casi todas las casas y edificios de esta ciudad, se abrió en algunas partes la tierra y se hundieron las cumbres de algunos cerros”.

Una de las narraciones más completas sobre la reacción de los mexicas ante los sismos es de Bernardino de Sahagún, misionero franciscano, autor de Historia general de las cosas de la Nueva España, y sin cuyas crónicas del México antiguo sería imposible reconstruir ese periodo:

Cuando tiembla la tierra, rociaban con agua todas sus alhajas, tomando el agua en la boca y soplándola sobre ellas, y también por los postes y umbrales de las puertas y de la casa; decían que si no hacían esto, que el temblor llevaría aquellas casas consigo; y los que no hacían esto eran reprendidos por los otros; y luego que comenzaba a temblar la tierra comenzaban a dar gritos; dándose con las manos en las bocas, para que todos advirtiesen que temblaba la tierra”.


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