El modelo de profesor del cine mexicano
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Arte y Cultura

El modelo de profesor del cine mexicano

La Época de Oro del cine nacional se caracterizó por haber abordado de manera magistral el carácter valiente y alegre del mexicano.


Foto: internet / Cine Mexicano
Foto: internet / Cine Mexicano

Al profesor, Joel Cruz Orozco

La Época de Oro del cine nacional se caracterizó por haber abordado de manera magistral el carácter valiente y alegre del mexicano. Contrario a lo que acontece actualmente, salvo valiosas excepciones, el cine nacional está cargado de contenidos que rayan en lo vulgar y lo predecible, ejemplo de ello es “No manches Frida” (2016) o de argumentos propagandísticos en contra del magisterio mexicano, “De panzazo” (2012).

Inolvidables son las obras que protagonizaron aquellos titanes de nuestro cine: Dolores del Río, Columba Domínguez, Pedro Infante, Pedro Armendáriz, Emilio Fernández, Arturo de Córdoba, los hermanos Soler, entre otros. Con muchos de estos artistas, el cine nacional protagonizó el papel del profesor desde diferentes perspectivas, unas con carácter picaresco y aventurero como en “El Rata” (1966), protagonizado por el inolvidable “Piporro”, otras con la nobleza y valentía del profesor Sócrates García en “El profe” (1971), algunas más desde un relato arquetípico y estereotipado como en “Corazón de niño” (1963), obra en la que se aborda la difícil y bella vocación del maestro rural. Sin duda, obras magistrales del séptimo arte como “Pueblito” (1962) y “Río escondido” (1948), dejaron constancia de la labor docente de la mujer mexicana en los rincones más apartados del país, mismos en los que se sigue luchando contra el cacicazgo, el machismo, los vicios y la ignominia, lucha heroica que era recompensada con la construcción de un edificio escolar.

Con figuras de la talla de María Félix, María Elena Marqués, Ignacio López Tarso, José Elías Moreno, Mario Moreno “Cantinflas” y demás, la cinematografía mexicana llevó a cabo un registro histórico y testimonial de esta hermosa profesión, narradas principalmente desde contextos rurales, donde denunciaron las precarias condiciones laborales del profesor, proyectándolo como agente de transformación social, en el que caracterizaron a la educación como el arma para la liberación de los pueblos y la regeneración del país. “No es imposible la lucha contra las fuerzas bárbaras de México, ni es una quimera su regeneración” (Fernández, 1948, 53:28-53:33). En “El profe” (1971), se habla de la enseñanza como un sacerdocio, debido a que el profesor atendía su magisterio con abnegación a pesar de los sacrificios y las penurias. En “Río Escondido” (1948) se escucha decir al doctor, “creí que podría improvisarme maestro, pero hasta ahora me doy cuenta que, para ser maestro, hay que tener madera de santo” (Fernández, 1:37:55-1:38:03), frase que evoca la importancia de las instituciones formadoras de maestros. En “Simitrio” (1960), la inspectora expresa, “Supe que hay algo que vale más en un buen maestro, algo mejor que los sentidos, su concepto del deber, su vocación ejemplar, su dignidad de espíritu” (Gómez, 1:22:34).

Filmes que abonaron a estereotipar la figura del profesor mediante su vestimenta, su lenguaje y sus formas, apegado estrictamente a la moralidad oficial y a los métodos de enseñanza de la época. Asimismo, proyectaron a la docencia como una de las pocas opciones para acceder a la vida profesional, en el cual las mujeres tuvieron un papel protagónico. Obras que comprimieron la vida del docente dentro del aula, mientras que, del trabajo administrativo, se habló muy poco. En “Río escondido” (1948), “El profe” (1971) y “Pueblito” (1962), se puede apreciar el vínculo entre profesor y sacerdote, en virtud de que la educación y la religión eran vistos como factores de unidad social. Formar buenos creyentes y buenos ciudadanos era uno de los objetivos prioritarios, con las cuales denunciaron la tendencia racial y discriminatoria en la que el “indígena” era visto como un obstáculo para el progreso del país.

Para quienes se dedican a esta noble labor, en los pueblos o en la ciudad, todo el reconocimiento y la admiración. Hay un Simitrio en las aulas que los espera impacientemente. Va por ellos y por todos ustedes.

 

ELISEO CRUZ AGUILAR


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