Entrevistas sin fecha: Andrea Abreu
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Entrevistas sin fecha: Andrea Abreu

“Leer no te hace mejor persona”


Entrevistas sin fecha: Andrea Abreu | El Imparcial de Oaxaca
Andrea Abreu López (Icod de los Vinos, España, 1995)

Andrea Abreu López (Icod de los Vinos, España, 1995) irrumpió en 2020 en el mundo de las letras con su novela Panza de Burro. Al principio, ella creía imposible llegar a la tercera edición; sin embargo, se ha convertido en todo un fenómeno literario con miles de ejemplares vendidos en más de 30 países y una docena de traducciones.

Aunque ahora sabe que la lectura y la escritura llegaron a su vida en el momento adecuado, por mucho tiempo creyó que había llegado tarde y eso la hizo alejarse de la literatura. Pronto comprendió que había que bajar a la literatura del nicho elitista y excluyente en el que se le ha puesto, pues dice “Leer no te hace mejor persona, yo conocí a personas terribles que leen muchos libros y conocí a personas hermosas que no se han acabado ninguno en toda su vida”.

La oralidad y la lucha por el reconocimiento del lenguaje son otra constante en su obra, que asemeja las conversaciones que a diario se hilvanan en nuestro entorno. Amable aceptó responder a mis preguntas, delante de su mesa de escritorio; desde donde puede ver al asomarse a su ventana, un hotel abandonado y pintorreado de grafitis con el océano al fondo:

¿Por qué cuándo muchos de tu generación dicen ser “ciudadanos del mundo” tú enfatizas que eres canaria?

—Hay muchos motivos. Lo primero que me viene a la cabeza es que el concepto de “ciudadano del mundo” tiene mucho que ver con las tendencias neocoloniales e hiperturistificantes de espacios tradicionalmente empobrecidos y marginalizados. Además, me parece una cuestión descarada de privilegio: suele coincidir que las personas que se llaman a sí mismas ciudadanas del mundo no tienen grandes conflictos con su pasaporte ni sufren violencia racista. En un mundo plagado de fronteras y leyes asesinas de extranjería… me da rabia, aunque yo sea una persona muy privilegiada en ese sentido.

¿Cómo te ha venido ser seleccionada por la Revista Granta como una de las 25 mejores narradoras de tu generación?

—Me ha venido muy bien (risas). No me lo esperaba y me ha abierto muchas puertas. Después de que entré en la lista tengo más posibilidades de que me lean en otros países.

¿Estabas preparada para el éxito que ha tenido tu novela Panza de Burro?

—No. Todavía hoy en día me cuesta asumir todo lo que he conseguido con el libro. Me acuerdo de que un amigo me decía al principio que pensaba que iba a llegar a la tercera edición de la novela y yo me reía pensando que eso era imposible.

 

Panza de Burro se ha convertido en todo un fenómeno literario con miles de ejemplares vendidos en más de 30 países y una docena de traducciones

 

¿Por qué has dicho que la lectura y la escritura llegaron tarde a tu vida?

—Porque fue así. Aunque ahora lo matizaría diciendo que no llegaron tarde, sino que llegaron en el momento adecuado. Nunca creo que sea demasiado tarde para leer o para escribir. De hecho, creo que a muchas personas les frena pensar en eso: no hace falta ser una niña lectora empedernida para alcanzar a ser una escritora de adulta. Mucho tiempo yo pensé que sí y eso me hizo alejarme aún más de la literatura. De pequeña no había libros en mi casa y no conocía a gente que leyera como una cosa habitual. Mi acercamiento a la lectura venía dado por las lecturas obligatorias del colegio, por lo que leer se convertía en una actividad pesada, orientada a aprender cosas de memoria y a hacer exámenes. A pesar de eso, pude disfrutar de algunos libros y entender que podía ser interesante leer, pero es un gran error obligar a les niñes a leer. Leer es una actividad de ocio. Obligando a la gente conseguimos que se aleje aún más de la lectura. Otro error terrible es pensar que leer es algo elevado. Siempre terminamos convirtiendo a los libros en un objeto elitista, exclusivo y, por lo tanto, excluyente. Yo siempre me sentí víctima de ese clasismo y por eso ahora hago tanto esfuerzo por desmitificar los libros, por convertirlos en lugares accesibles, por bajarlos de los cielos y traerlos a la tierra y encachazarlos de tierra.

¿Crees que son importantes las experiencias de la infancia y juventud al momento de escribir?

—Sí, por ahora son todo el material del que dispongo. Al final, cuando escribimos partimos de la experiencia vital, ya sea mediada o experimentada de forma directa. Esto no quiere decir que todo lo que escribamos sea autobiográfico, sino que nuestra materia prima, nuestro punto de partida, es el recuerdo. Yo por ahora sólo dispongo del recuerdo de mis últimos años de vida, que pertenecen a la infancia y a la juventud.

¿Qué significa la escritura para Andrea Abreu?

—No tengo claro lo que significa, es una cosa que me pica y me rasco. Creo que sigo escribiendo justamente para ver lo que significa, pero nunca termino de descubrirlo. A lo mejor consiste en eso.

¿Cómo has conseguido esa oralidad tan presente en tu escritura?

—A base de pura escucha y de leer y escribir poesía. Para mí escribir implica escuchar con atención a la gente de la calle y a la gente de mi casa, pero no escuchar sólo el contenido de las palabras sino las palabras en sí mismas, el orden, los bailes, los juegos, las repeticiones, las dudas. Luego, el género de la poesía ayuda mucho, porque acostumbra al oído a buscar el ritmo. A mí lo que me pasa es que vivo en un sitio en el que la gente habla ya de manera muy rítmica y con muchas repeticiones y comparaciones y eso me facilita el trabajo (risas).

¿Crees que sea importante construir redes o una comunidad para abrirse paso en el mundo de las letras?

—Sí. Yo he conseguido muchas cosas gracias a las escritoras que me acompañaron en el proceso y que sin conocerme demasiado confiaron en mi escritura. Siempre estoy agradecida de la oportunidad que me dio mi editora Sabina Urraca, por ejemplo.

¿Qué tan cercano o lejano consideras que sea Latinoamérica de Canarias, España?

—Mmmm es complicado, por supuesto tenemos mucho que ver culturalmente con España, pero el entorno en el que yo crecí tenía mucho más que ver con Venezuela, por ejemplo. Tenemos toda una historia de idas y venidas con Latinoamérica y puede que por eso hoy en día me sienta tan reconocida en la literatura que se produce allá, al otro lado del Atlántico, desde mi perspectiva. Invito a que investiguen, si les apetece, un poco sobre la realidad mestiza de nuestra identidad canaria. Mucha gente no sabe todo lo que tiene que ver Canarias con Latinoamérica, y es mucho, en serio.

¿Qué consejos darías a quienes empiezan en el mundo de la escritura?

—Que no le tengan miedo al lenguaje, sólo eso.