Entrevistas sin fecha: Nadia Ñuu Savi
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Arte y Cultura

Entrevistas sin fecha: Nadia Ñuu Savi

“La literatura es un privilegio que sólo se puede dar quien tiene tiempo”


Entrevistas sin fecha: Nadia Ñuu Savi | El Imparcial de Oaxaca
Nadia López García estudió Pedagogía en la Universidad Nacional Autónoma de México

Nadia López García (Tlaxiaco, Oaxaca, 1992) es una de las referentes más importantes de la literatura en lenguas indígenas mexicanas. Desde niña la migración ha sido una constante en su vida, de su pueblo natal, Caballo Rucio, en Tlaxiaco al Valle de San Quintín, en Baja California, donde sus padres trabajaban de jornaleros; más tarde se trasladó a Iztapalapa, en la Ciudad de México, y desde entonces ha transitado por distintos lugares. Ahora, nuevamente, se encuentra en proceso de mudanza para establecerse en la ciudad de Oaxaca. En todo este caminar ha sabido llevar siempre consigo, como estandarte, su identidad y su lengua Ñuu Savi que ha sido un refugio y la barca que la ha llevado a la escritura:

 

¿Qué es la lengua para ti?

—Para mí la lengua es una especie de balsa que te ayuda a transitar por este mundo a través de la palabra, sea en español, mixteco o lengua de señas… incluso la palabra en silencio te ayuda.

 

¿Cuál es la sorpresa más grande que has descubierto transitando en esta balsa de la lengua?

—Fíjate que al tener como dos balsas que son distintas y que te ayudan a llegar a distintas poblaciones, me he dado cuenta de que cada balsa jamás va a ser igual a otras y va a llegar a distintos puertos. Las lenguas son todas igual de valiosas, pero son muy distintas, hay cosas que yo puedo pensar o decir en mixteco que no hay forma de que yo las traduzca al español y viceversa. Cada lengua tiene un cierto mensaje y riqueza que no es posible trasladar, lo ideal es pensar que quienes escribimos en una lengua originaria tenemos el trabajo de hacerlo por una cuestión sí de belleza, estética y estilismo dentro de la literatura, pero también la defensa propia de la lengua a través del escrito que estás haciendo.

 

Qué maravilloso que en un mundo literario de hombres ya haya mujeres que son referentes en su caso Natalia Toledo, Irma Pineda o tú incluso que ya son referente ¿Qué opinas?

—Veo, la verdad, que nos tardamos bastante. Incluso si revisáramos ahorita mismo la lista de libros que se publicaron, nos damos cuenta de que únicamente un 30% pertenece a un título publicado por una mujer; esto se puede mal interpretar diciendo que somos menos mujeres las que estamos escribiendo, pero la realidad es que somos menos publicadas. También de unos años para acá hay muchas mujeres escritoras en lenguas indígenas que están siendo muy sonadas,pero esto tampoco es nuevo; ellas han escrito desde hace años, pero ahora se les está dando el reconocimiento.

 

Eres la primera mujer galardonada con el Premio Mesoamericano de Poesía “Luis Cardoza y Aragón”,¿qué representa?

—Yo no vengo de una familia de escritores, ni siquiera estudié Literatura, estudié Pedagogía como carrera. Lo que sí he hecho es que me he puesto a leer un montón, en los espacios que he podido y cómo he podido porque poder leer un libro en este país es una cosa muy privilegiada ¿Quién tiene tiempo para poder leer un libro cuando hay que trabajar para comer?, debemos ver que la literatura es también algo de mucho privilegio, al que sólo se puede dedicar quien tiene tiempo para hacerlo. Tiempo para leer, para escribir y para crear e históricamente las mujeres somos quienes de pronto hacemos más labores del hogar, decimos ‘En lo que está la entrevista voy a poner la lavadora o a remojar los trastes’ o ‘Voy a ponerme a leer, pero terminando de doblar la ropa’, entonces el que haya pocas mujeres siendo galardonadas con ciertos premios o publicadas o invitadas en ciertos festivales, tiene que ver con cierta cuestión histórica de roles que nos ha tocado vivir en esta sociedad.

 

¿Qué es lo que te ha permitido poder tener este tiempo para leer, escribir y crear?

—Tengo la enorme fortuna de contar con una pareja que ha sido todo impulso y muy vital; a mí me gusta mucho decir que él ha hecho muy llano el camino para que yo lo pueda transitar y dedicarme a lo que me gusta y tiene que ver también con una cuestión bastante privilegiada, que te digan ‘No trabajes si no quieres, dedícate a escribir’, eso no pasa en nuestro país con muchas mujeres. Esto es un tema de privilegio y hay que verlo así.

 

Cuando eras niña este privilegio de la lectura y escritura era a todas luces algo muy lejano ¿Qué hizo que Nadia López García dijera voy a ser escritora?

—Sí, es bien extraño, vengo de una familia jornalera, que se dedicaba a la pisca de fresa, tomate, cherrys, mucho tiempo vivimos en la frontera con Estados Unidos, la intención de mis padres era cruzar, pero bueno, nunca se logró y retornaron a Oaxaca. Desde entonces mi deseo era ser maestra; yo estudié Pedagogía en la UNAM, y la escritura fue más bien una especie de refugio, yo jamás imaginé que iba a hacer un libro, ganar un premio o estar en un festival, yo creo que si lo hubiera imaginado no hubiera sucedido, realmente se debió a un montón de gente amiga que comenzó a leer cosas que publicaba en una especie de blogs, que ahora ya no están de moda, pero antes eran un boom; cuando yo publicaba una entrada en un blog se la mandaba a 50 o 60 personas por Facebook, que a veces ni conocía, pero yo decía ‘De tal hora a tal hora voy a mandar mensajes para que la gente me lea’, y jamás pensé que esas gotas de agua se fueran a convertir en un río.

 

En el Valle de San Quintín en Baja California fue donde trabajaron tus papás y donde pasaste tu infancia ¿Qué recuerdos te trae?

—Ay dices el Valle de San Quintín y en automático pienso en una tarde que está muy fijada en mi cabeza en la que estoy sentada en unas piedras de la calle, al fondo se ve una cancha, está pasando un ventarrón y hay un tierrero, después se ve como si fuera un lago, pero en realidad es el plástico que está cubriendo los surcos de fresa. En esas tardes cuando mis papás regresaban me contaban muchas cosas de Oaxaca y yo pensaba que era un mundo fantástico que no creía, me han preguntado si cambiaría mi infancia ahí, y hace unos años te hubiera dicho sí, ahora pienso que no, porque quizá si no hubiera vivido todo eso que viví no hubiera podido desarrollar uno de mis trabajos más grandes, que es con migrantes.

 

@Urieldejesús02