Entrevistas sin fecha: Orlando Mondragón
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Entrevistas sin fecha: Orlando Mondragón

“Las palabras son bellas pero también terribles”


Entrevistas sin fecha: Orlando Mondragón | El Imparcial de Oaxaca
Orlando Mondragón (Ciudad Altamirano, Guerrero, 1993) es médico cirujano y poeta. Recibirá el Premio Loewe de Poesía 2021

 

La poesía y la medicina han estado ligadas desde La Ilíada, cuando Homero describe las heridas de guerra y cómo tratarlas, ahí hay un pequeño tratado médico” me dice Orlando Mondragón (Ciudad Altamirano, Guerrero, 1993), quien es médico cirujano y poeta.

En unas semanas viajará a España para recibir el Premio Loewe de Poesía 2021; dice sentirse sorprendido por la decisión del jurado, “creo que fue una lectura muy generosa de su parte”, admite con modestia, aunque asegura no le caerá el veinte hasta que se publique su libro Cuadernos de patología humana y empiece a llegar a los lectores.

Al ser médico el mundo de las letras pudiera parecerle algo ajeno; por ello, no se sintió poeta hasta 2017 que ganó el Premio de Poesía Joven Alejandro Aura, con su libro Epicedio al padre. “Cuando yo vi por fin ese libro publicado en mis manos, me hizo sentir validado, me hizo sentir poeta y no nada más alguien que escribe sus versitos para sí mismo” expresa.

Nació en Ciudad Altamirano, un pequeño pueblo de Guerrero donde la actividad cultural era muy rica debido a que no había otras formas de divertimento. Él no entendía todas las palabras que decían, pero le gustaba el sonido al oír un poema, recitar lo hacía sentir poderoso. Muy de la mano de la tradición satírica y burlesca de su pueblo, comenzó a hacer en la secundaria sus propias creaciones, desde entonces todo ha sido un pulir constante y una desarticulación bella y atroz de sus palabras:

 

En tu libro Cuadernos de Patología Humana describes la muerte de pacientes, la pérdida de la memoria y otras situaciones límite ¿Cómo encuentras belleza en temas tan cruentos?

—Creo que escribo justo para ordenar mi cabeza, encontrar sentido y que la escritura sirva como recordatorio, como una especie de revancha en contra del dolor, el duelo y la tristeza. Quise transmitir en este libro que a pesar de que existe todo eso en el mundo, existe también la belleza. Estar en contacto con los pacientes es algo muy delicado, algo que nos atraviesa a todos los médicos, es algo que no platicamos, se está con la imagen totémica del doctor casi como oficio sacerdotal que escucha confesiones, creo que este libro justo buscaba transmitir la forma en que nos vinculamos con el otro.

 

¿Se necesita ser muy racional para ser médico?

—Yo creo que sí, por supuesto, sino cómo vas a pasar tus materias, pero también debes tener cierta tolerancia a la frustración y entender desde muy pronto que el médico muchas veces acompaña más que curar, entonces sí se necesita ser muy racional y poner cierta distancia, porque no te pueden doler todos los pacientes, no sería muy sano, debes encontrar ese equilibrio entre tu parte sensible, humana.

 

¿Y qué haces con esta parte sensible, con esta parte humana?

—Poemas (dice de inmediato, luego se ríe), creo que en mi caso sí son poemas, pero muchas veces no existen esas herramientas, pienso en mis otros colegas médicos y lo que más nos funciona es platicar entre nosotros, dialogar.

 

¿Las palabras entonces son una especie de desahogo sanador?

—Yo creo que sí, hay un cierto poder curativo en las palabras, como seres humanos es lo que nos diferencia de nuestros colegas animales, la capacidad de producir lenguaje y de comunicar pensamientos complejos a través de las palabras. Muchas veces las palabras sencillas, que son apenas aire, fricción o sonido, pueden dolernos muchísimo o quedarse ahí como una cuenta pendiente en la mente. Las palabras son bellas pero también terribles.

 

¿Cómo concibes la poesía?

—En este momento de mi vida, porque también he ido cambiando de parecer a lo largo de que he ido escribiendo, creo que la poesía es una forma de desautomatizar el lenguaje, el pensamiento y las emociones; es una especie de pausa que uno tiene que darse y que se sirve de las palabras como una herramienta para poner una especie de paréntesis.

 

¿Crees que existe un impulso poético o qué te hace sentarte y escribir poesía?

—No sé, es bien complejo, fíjate que yo sí creo en la inspiración, en ese impulso del que hablas, como esa especie de gatillo que te sienta en el escritorio y te pone a escribir cosas. La inspiración es algo enigmático todavía para mí, pero creo que es una serie de intuiciones que se van consolidando y que finalmente terminan de condensarse al momento de escribir, pero no sé qué es lo que determina que se vuelva poesía, cuento u otra figura. Yo utilizo la poesía porque es lo poco que conozco para poder darle forma a estas ideas, a estas intuiciones.

 

La inspiración ayuda, pero no lo es todo ¿Cómo pule Orlando Mondragón sus poemas?

—¡Ay! Con mucho cuidado y mucho trabajo, a un escritor argentino, Pedro Mairal, le escuché decir en una entrevista que la escritura tiene algo de sonámbula y creo que tiene mucha razón, porque yo tampoco sé cómo se da. La corrección es la parte de chamba, a mí me gusta corregir mis poemas casi todos los días, porque siempre hay una palabra que encaja de modo distinto con el verso y también creo en las recomendaciones de los amigos lectores, en los que yo confío mis poemas antes de publicarlos, creo que eso hace un buen texto porque a veces uno está ensimismado y la mirada del otro es muy importante.

 

Los temas de tú poesía son bastante cruentos y complejos ¿Crees que los has elegido o ellos te han elegido a ti?

—Yo creo que me eligen, pero también es como estar atento a estos temas, creo que uno debe de dejarse encontrar por los temas, así como nos dejamos encontrar por ciertos libros o autores. Inicialmente yo escribía sobre ciertas cosas que me dolían, que me atravesaban y no pensé nunca que fueran a formar un libro.

 

¿Ver morir a un paciente te transforma?

—Claro, es una experiencia compleja, porque es “un alguien”, se nos olvida muchas veces que el paciente es una persona y tenemos cierta responsabilidad sobre su cuerpo y el ver morir a alguien que estuvo en tus manos, por el que hiciste lo que pudiste, es una experiencia transformadora, creo que eso no nos lo enseñan en medicina.

 

¿Después de esas experiencias que es la muerte para Orlando Mondragón?

—Uff, pues la muerte es una cosa muy complicada (suspira y se pasa la mano por la cara), es la nada, el acabose, no soy alguien religioso, no creo en la vida después de la muerte, pero creo que eso no me hace una persona no espiritual, creo que cuando uno muere cumple con otras funciones, nos volvemos la materia de la que estamos hechos en esta breve pausa que nosotros llamamos vida.

@Urieldejesús02