“La realidad es dura y en este país lo sabemos”: Verónica E. Llaca
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“La realidad es dura y en este país lo sabemos”: Verónica E. Llaca

En los periódicos, la gente ha podido seguir de cerca los acontecimientos más importantes del último siglo. Algunos trastocan por su importancia; otros, por la pericia con la que son…


“La realidad es dura y en este país lo sabemos”: Verónica E. Llaca | El Imparcial de Oaxaca

En los periódicos, la gente ha podido seguir de cerca los acontecimientos más importantes del último siglo. Algunos trastocan por su importancia; otros, por la pericia con la que son narrados, pero hay historias que, sin duda, nos hacen tocar fondo. Una muy famosa en el México de 1941, fue la de Felícitas Sánchez Aguillón “La Ogresa de la Colonia Roma”, una partera que realizaba abortos clandestinos, traficaba con niños y era infanticida. Esto causó la conmoción pública que, atenta, siguió la cobertura del periódico La Prensa.

Décadas después, la escritora Verónica E. Llaca recupera la historia y la novela, jugando a dos tiempos entre 1940 y 1985, en los que se desencadena una serie de asesinatos que se tienen que detener, haciendo al lector preguntarse si el mal también puede ser una herencia:

Cuénteme cómo le fue escribiendo la novela. Sé que en el transcurso pasó por una descompensación química, ¿no es así?

—Dejé la novela por una descompensación que me provocó un trastorno de ansiedad, que produce miedos irracionales, entonces cuando la retomé sabía contar el miedo desde otro lugar, y la novela pues sí es una novela que produce sensaciones desde un lugar que yo la viví y eso es un proceso de escribirlo con mucha honestidad, eso es lo que va causando las emociones en el lector.

¿El tiempo que dejó descansar la novela, fue bueno a la hora de retomar su escritura?

—Yo creo que fue bueno el tiempo que la dejé, la enriqueció.

¿Por qué cree que la novela negra le haya llamado la atención desde pequeña?

—Es que la novela negra tiene este espacio donde te permite decir cosas acerca de lo que está sucediendo en el mundo y que la gente haga un poquito de conciencia con respecto a ciertos temas que como escritor te importa que se ponga la atención. Es una denuncia, es un género que ayuda a crear conciencia en el mundo, aunque pareciera que no, sí lo hace.

¿Cómo escritora, cuáles son los temas en los que le gusta poner énfasis?

—En esta novela están los infanticidios, el abuso de menores en cuanto a violencia, feminicidios, una violación. En esta novela se cuenta lo más duro y crudo porque así se debe de contar, no con la misma crudeza de la vida real, la realidad es mucho peor. Pero en esta novela es lo que me interesaba abordar, empatizar con las víctimas y no con los victimarios, estamos acostumbrados a culpabilizar a la víctima y no.

La novela trata de una mujer que es partera y se dedica a hacer abortos…

—Yo quería que se tratara ese tema, que se hablara del aborto y de lo que tiene que pasar una mujer para poder abortar. Yo estoy a favor de la vida, pero también de la vida de la madre, y que la mujer si tiene que tomar una decisión tan fuerte como lo es abortar a un hijo, tenga las condiciones necesarias para que ella no pierda la vida también.

La historia es real y la novela a partir de una investigación hemerográfica de la época, veo que antes la prensa era más narrativa y ahora parece centrarse más en cifras ¿Cómo lo ve?

—Así, exactamente como lo ves. Estos temas la gente a veces los seguía por morbo, también era el modo en el que estaban contados, escribían también para que la gente comprara el siguiente número del periódico y pudiera enterarse de lo que pasaba. “La Ogresa” así es, son nueve números de los años 40, donde se habla de ella, además aparecen estos encabezados en primera plana, donde la gente veía que se seguía completamente el caso, y el libro trata de imitar esa forma de escribir de los reporteros de entonces.

¿Crees que al conocer el pasado de asesinos como La Ogresa, podamos de alguna manera entender el porqué de sus acciones?

—Es una pregunta que se hace en la novela el hijo, que es “quiénes somos, de dónde venimos y si somos como somos por culpa de nuestros padres o porque hicieron algo bien” y que sea esto de infancia es destino. Ignacio —personaje principal— lo que hace es eso, hacer un recuento y tratar de encontrar una respuesta a esa pregunta y no en un afán de justificar a su madre ni sus actos. Sino contar en una especie de diario quién es y de dónde viene.

¿Es jugar con la psicología de los personajes?

—Me gusta mucho adentrarme en la psicología de los personajes, conocer sus motivaciones, ver en qué momento puede la personalidad o la esencia del ser humano, romperse a tal grado de que se convierta en un asesino.

Santiago Roncagliolo me decía una vez que el ser humano no puede soportar la sola idea de ser malo ¿Usted qué cree?

—Para escribir este libro vi muchísimas entrevistas de asesinos seriales y estuve leyendo libros acerca de la psicología del asesino serial y este libro habla acerca de la herencia, el hijo de La Ogresa, se pregunta si se hereda la maldad. En el tiempo en que está contado, no se tenían los conocimientos de ahora y no se podía hablar del llamado “Gen Maldito” que tienen en común los asesinos seriales, pero también los grandes directores de empresas y se ha descubierto que se despierta por las circunstancias de vida de la persona.

¿Finalmente, cómo se siente por la respuesta que han tenido los lectores con el libro?

—Sé que es un libro complicado, me he enfrentado a este tipo de preguntas de “¿Cómo puedes escribir cosas así?”, lo que yo les digo es bueno, no escribí algo tan fuerte como la vida real, la realidad es así, dura y en este país lo sabemos. Este libro, al final, es una historia que está ahí, bien contada. Y bueno al final es ese nervio de si va a ser bien recibido o no. Luego me dicen “ay es como otro hijo” y les digo no, porque mi hijo nace y nadie se cuestiona “¿a este niño lo querré, me gustará o no?” (risas) los niños son distintos, los libros causan otras cosas.

@Urieldejesús02