El Estado violenta los derechos lingüísticos
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El Estado violenta los derechos lingüísticos

Para la escritora el cambio que permita la sobrevivencia de las lenguas originarias debe estar ligado a la autonomía educativa de los pueblos y naciones que antecedieron al Estado


El Estado violenta los derechos lingüísticos | El Imparcial de Oaxaca

Para Yásnaya Elena Aguilar Gil su activismo en torno a las lenguas originarias, por la defensa de su idioma ayuujk (mixe), ha sido de frustración, pero también de esperanza y resistencia. En más de una década, la originaria de San Pedro y San Pablo Ayutla (1981) ha replanteado sus pensamientos y a la distancia incluso llega a pensar que quizá podría enojarse con aquella que era entonces.

“O es el paso de los años o la edad”, se explica la también escritora y traductora de la Sierra Mixe de Oaxaca. Hasta hace unos años “estaba convencida de que contagiar el entusiasmo por la diversidad lingüística, por la importancia de las lenguas, cuestionar la violencia que hay detrás de ese borramiento (de las lenguas), era suficiente para que las cosas cambiaran y pudiéramos frenar algo que está sucediendo en este momento de la historia como nunca antes”. 

“NO ES SUFICIENTE”

Con el paso del tiempo se percató de que eso “no era suficiente”. Incluso llegó a pensar que sucedía lo que en otros activismos, de que a pesar de repetir constantemente lo que sucede no hay quien le crea. 

Como esta lucha por la diversidad lingüística, Yásnaya ha denunciado la falta de acceso al agua que vive su pueblo desde junio de 2017, cuando habitantes de Tamazulápam del Espíritu Santo dinamitaron la tubería y han impedido abastecerse del manantial que históricamente les proveía de agua. La autora también ha remarcado que el destino de su idioma depende de este recurso.

Sin embargo, no sabe de qué manera gritar que las lenguas como el mixe están desapareciendo y que los esfuerzos hechos hasta ahora son prácticamente nulos. 

La autora de Ää: Manifiestos sobre la diversidad lingüística, se sigue preguntado qué hacer para que los cambios no solo se estén dando en el marco legal, como se ha hecho hasta ahora y en referencia a la propuesta del senador Martí Batres para hacer de todas las lenguas del país, incluido el español, lenguas oficiales.

EDUCACIÓN BILINGÜE

Para ella no basta con que enuncie la existencia de una educación bilingüe si eso implica que los maestros que hablan triqui trabajan en la región mixe y los mixes en la zapoteca. Tampoco son suficientes dos horas de clase de lenguas originarias si no hay materiales ni publicaciones suficientes, ahonda.

Al señalar que la muerte de las lenguas es un proceso violento y que se ha acelerado al grado de pensar que en 100 años habrán desaparecido más de la mitad de las lenguas del mundo, Aguilar Gil, apunta a que la respuesta tampoco está en convencer al Estado en tener un papel más importante para preservar las lenguas.

“No se le puede pedir ayuda a quien te está ahorcando”, explica la autora, para quien “el principal violentador de los derechos lingüísticos es el Estado mexicano”. Y ejemplo de ello son los presos hablantes de otras lenguas distintas al español que han carecido de intérpretes, o las personas que acuden a un sistema de salud que no habla su lengua materna.

REPLANTEAR EL MOVIMIENTO INDÍGENA

Al hacer un repaso de los textos que han acompañado su activismo, y cuya esencia está plasmada en su nuevo libro, Yásnaya señala necesario replantear el movimiento indígena, pues se ha confinado a las lenguas originarias, y clasificado en ámbitos como la cultura (como sinónimo de manifestaciones artísticas).

“Mientras sigamos poniendo la lengua al lado de manifestaciones artísticas no estamos poniendo la perspectiva adecuada”, advierte la escritora, quien se remite a otros activistas de la lengua para explica que esta va ligada a lo político, a la defensa del territorio y la defensa de la autonomía y la libre determinación.

“Si pudiéramos tener sistema educativo mixe distinto al purépecha, que responda a esa participación de nosotros como naciones en esa autodeterminación, se puede avizorar una posibilidad”. No basta, dice, con la creación de más premios de literatura en lenguas indígenas, pues “el cambio necesita estar ligado a dar autonomía educativa a los pueblos y naciones que preexistimos al Estado mexicano”.

Sin embargo, cree que parte de la posibilidad puede estar en alianzas entre quienes aun siendo mayoritariamente hablantes de español propicien un cambio estructural necesario. Aquel que permita a pueblos como el suyo, que mermó su población hablante tras la Colonia, resistir 500 años más y seguir narrando al mundo en lengua mixe.