Voces, ecos y secretos
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Voces, ecos y secretos

En todo el estado hay diversos tipos de barro


Voces, ecos y secretos | El Imparcial de Oaxaca

La tierra sedimentada al entrar en contacto con el agua se transforma —casi como en un proceso alquímico— en barro. Que al ser reconocido por las manos de los alfareros se deja seducir por su maestría, el conocimiento y la habilidad que han adquirido con los años; por lo que no resulta extraño que las palmas de estos hombres y mujeres estén constantemente manchadas de barro, y que la tierra del suelo que los ha visto nacer se impregne en las líneas de su piel, conservando pizcas de su terruño entre las uñas. 

En cada pieza forjan el presente real, el futuro hipotético y el memorioso pasado, que en sus formas cotidianas narra siglos de historia y tradición. El trabajo con el barro constituye una de las actividades más antiguas del hombre, y Oaxaca no es la excepción. Desde épocas prehispánicas, el barro ha sido transformado en cazuelas, vasijas, urnas, comales, ollas, vasos, platos, objetos decorativos y demás enseres domésticos. La alfarería ha acompañado al oaxaqueño a lo largo de su historia y su consolidación como pueblo.

Este oficio se desarrolla en las ocho regiones del estado, por ejemplo: en el Istmo de Tehuantepec, las comunidades de Juchitán y Asunción Ixtaltepec trabajan el barro en tono gris y policromado. En la cálida región de la Costa se reconoce a San Pedro Jicayán, San Juan Colorado y Pinotepa Nacional por su producción de vasijas en la gama de gris, rojo y blanco. Mientras que en la Mixteca: Teposcolula, Tlaxiaco y Huajuapan de León trabajan la cerámica bajo la antigua técnica policroma “rojo sobre bayo”. 

En el corazón de la Sierra Norte, los zapotecas de Santa María Tavehua elaboran ollas y cántaros de barro naranja, y los mixes de Tamazulápam del Espíritu Santo y Santa María Tlahuitoltepec, cántaros levantados en rollo y bruñidos. 

Y qué decir de los Valles Centrales, donde se encuentran comunidades como Santa María Atzompa, San Bartolo Coyotepec, San Marcos Tlapazola, Ocotlán de Morelos y San Antonino Castillo Velasco, con excelentes y muy dignos maestros del arte popular que representan la cerámica y la alfarería de la región. 

Oaxaca tiene diversidad hasta en sus suelos, haciendo posible la existencia de diversos tipos de barro, al natural se encuentra el rojo, gris y anaranjado; y bajo un proceso especial, el barro negro y verde. Son muchas, y cada una tan variada como la otra, las técnicas con las que se trabaja la cerámica, las más populares, las piezas moldeadas y levantadas en rollo, que suelen decorarse por medio del pastillaje, el engobe, el bruñido, el esgrafiado y el calado.

Actualmente, en los hogares se sigue cocinando en ollas y cazuelas de barro, “para que agarren un mejor sabor”, las tortillas se tienden en el comal —de barro por supuesto— y se sirven las bebidas matinales: café, chocolate o atole, en tazas de barro… podríamos seguir mencionando las múltiples funciones que estos enseres mantienen en las cocinas oaxaqueñas y mexicanas, aunado a las piezas de cerámica decorativa que se elaboran; sin embargo, basta con mirar alrededor para darse cuenta que ahí, como desde hace siglos, están en la cotidianidad las piezas de barro.