Arte urbano: entre la aceptación, la tolerancia y la apropiación
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Arte urbano: entre la aceptación, la tolerancia y la apropiación

El arte urbano ha cobrado fuerza en la historia reciente, aunque por las leyes siga siendo restringido o sancionado. Basta mirar las colaboraciones entre creadores y colectivos de diversas áreas.


Arte urbano: entre la aceptación, la tolerancia y la apropiación | El Imparcial de Oaxaca

Para Jesús “Kobe”, el arte urbano “tiene que ser aceptable”. Hablar de legalidad o ilegalidad es asunto aparte cuando se tiene el respaldo de los propietarios o vecinos de las edificaciones y muros donde se plasma. Cuando hay quienes incluso apoyan a esta expresión vinculada con el grafiti y el muralismo.

“A pesar de que existan leyes o normas federales, si el propietario está satisfecho con el trabajo, no puede venir ni AMLO a borrar el mural o la bomba”, dice entre risas el creador que desde los años 90 comenzó en la que define como “subcultura”. “Eso es lo que ha pasado, en mi caso, en esos siete años”, subraya el integrante de un movimiento alentado por los primeros grafiteros llegados de la ahora Ciudad de México a Oaxaca de Juárez y que entablaron amistades que dieron pie a varias generaciones de autores como él. Los que han tomado como lienzos a las fachadas o paredes de las calles, incluso las de la Zona de Monumentos Históricos de Oaxaca de Juárez.

Desde 1976, cuando se declara tal zona, se han ‘armonizado’ leyes y creado reglamentos específicos para las urbes que se adhirieron a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos (1972). Oaxaca de Juárez es una de ellas. Y la declaratoria como patrimonio mundial, en 1987, ha hecho que tal decreto, ley y reglamento cobren mayor fuerza a la hora de intentar conservar la imagen del Centro Histórico o de su polígono de monumentos históricos.

RECOBRA FUERZA

En medio de ello, el arte urbano ha cobrado fuerza en la historia reciente, aunque por las leyes siga siendo restringido o sancionado. Basta mirar las colaboraciones entre creadores y colectivos de diversas áreas con el movimiento magisterial y popular de 2006, o los proyectos surgidos en ese momento.

Para Rosario Martínez y Roberto Vega, quienes se mantienen en el colectivo Lapiztola, lo sucedido hace casi 14 años representó la apertura del arte y la inclusión de diversas disciplinas en éste. Además de un ‘trampolín’ para que colectivos como el suyo mostraran su trabajo en otros lados.

Gracias a esta apertura y proyección, considera que el arte pudo verse o se sigue viendo en las calles. Aunque en ese tiempo éste se centralizó e incluso se pensó que ese fue su origen. Pero no.

PERO ¿QUÉ ES EL ARTE URBANO?

“Ahora es más denominado arte urbano, antes era el grafiti, y hay separaciones y todo”, señala Rosario Martínez sobre una expresión que para ella engloba más técnicas como el esténcil y se aleja del purismo de los grafiteros de entonces, de solo usar el aerosol directo en la pared.

Jesús “Kobe” y Roberto Domínguez, dos creadores iniciados en los años 90 del siglo pasado, ubican el antecedente u origen del arte urbano en el grafiti: “el querer poner aquí estuve y dejo mi tag”. Pero el arte urbano no es sólo una pared, acota Domínguez, sino que también se trata de algo plasmado sobre un vidrio, la superficie de un carro o la parada de un camión.

Fernanda Martínez Camacho, restauradora de bienes muebles del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) delegación Oaxaca, señala que el arte urbano es un medio de expresión, una variante del muralismo o tendencia artística basada en la necesidad de plasmar las expresiones humanas en muros al alcance de todo.

Sin embargo, dice que en muchas ocasiones es complicado delimitar los inicios o fines del grafiti, el arte urbano o el muralismo, aunque todos den cuenta de expresiones culturales de un momento. Para fines prácticos, refiere que arte urbano es considerar que éste tiene ya ciertas características que lo clasifican como arte, y que entre sus fines pueden estar la proyección o la comercialización.

PATRIMONIO QUE ATENTA CONTRA OTRO PATRIMONIO

La restauradora del Centro INAH–Oaxaca dice que el arte urbano “es parte del patrimonio cultural que estamos generando en estos momentos como seres humanos, como cultura, como seres expresivos. Y se puede encontrar en la ciudad de Oaxaca de una manera bastante amplia”.

Pero el conflicto viene cuando este arte se inserta en un área que se considera como patrimonio mundial o como zona de monumentos históricos, que es la que protege la institución de la que es parte. “Ahí está el problema porque para tener esta declaratoria de zona de monumentos históricos o de patrimonio mundial se han observado ciertas características con las que deben de contar el patrimonio edificado y los espacios públicos”.

Sin embargo, expone que cuando se ha hecho este tipo de promulgaciones no se ha tomado “en cuenta esta expresión humana que es tan cotidiana y además es histórica. Sabemos que había grafitis desde la época de los romanos”.

En más de cuatro décadas, tampoco han habido modificaciones en las leyes, reglamentos o planes parciales de conservación como los de Oaxaca, según observa Jesús “Kobe”, quien sí ha notado cambios en Ciudad de México u otras partes del mundo: España y Perú, en donde dice que hay una apertura hacia las expresiones del arte urbano. “Oaxaca es una referencia a nivel mundial y no hay aperturas de las normas, desde arquitectónicas hasta municipales”.

Las normas no se han cambiado, reitera: “Se ha platicado con (la autoridad de) Centro Histórico, pero no acepta ninguna propuesta. Centro Histórico quiere tomar un grupo de pintores y proyectarlos a la manera que quiere, con sus ideas. No piensa cambiar ninguna de sus estructuras”.

NECESARIO REVISAR LAS LEYES

La restauradora Fernanda Martínez explica que los reglamentos se generaron desde los años 80. Sin embargo, piensa que es necesario que las leyes se revisen constantemente y, en su caso, se renueven según las “necesidades actuales de la población”. Por el momento, se mantiene “sancionado realizar cualquier tipo de estas manifestaciones sobre cualquier fachada o elemento urbano dentro del polígono de la zona de monumentos”.

El colectivo Lapiztola ha experimentado tal consecuencia. En el año 2015, el ayuntamiento capitalino colocó sellos sobre un mural suyo, ubicado en una fachada del Museo Belber Jiménez, y ordenó la suspensión de los trabajos de pintura ahí.

De acuerdo con el documento, la pieza realizada con esténciles violaba los artículos 134 y 135 del Reglamento general de aplicación del Plan Parcial de Conservación del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca, referentes a que para las fachadas “se prohíbe el uso de colores brillantes o fosforescentes” y “se prohíbe subdividir las fachadas por medio del color”(134). Además de que “los colores a usar en todos los elementos de las fachadas deberán escogerse exclusivamente” de un catálogo ya establecido y aprobado por la autoridad municipal correspondiente y el INAH.

En el Plan Parcial de Conservación del Centro Histórico de Oaxaca publicado por la administración de 2017-2018, las disposiciones se mantienen igual.

En el apartado de conservación de este documento también se menciona un artículo al respecto de las fachadas, el número 50, que dice: “Las pinturas que se apliquen en las fachadas dentro del perímetro del Centro Histórico deberán ser preferentemente colores a la cal, o cualquier pintura en acabado mate. Se utilizarán un máximo de dos colores, uno para el muro y otro para el rodapié y los enmarcamientos, el color para los elementos de herrería será negro mate o verde oscuro en los casos de la arquitectura del Siglo XIX”.

El reglamento que de este plan tiene la actual administración municipal en su página web data del año 2003. Sin embargo, marca las mismas disposiciones en cuanto a las fachadas. No ha cambiado.

GENERAR DIÁLOGO

Rosario, de Lapiztola, piensa que la colocación de sellos parecía vinculada a la cerrazón y no por restricciones. “Había (restricciones) para anuncios publicitarios, pero no para murales. Y ese, el sello, era muy específico, era el 001, era el primero que se ponía con esta denominación, podría decirse. Por eso era más molestia porque había más (murales en la ciudad) y nunca se había hecho eso”.

Aunque no fue una experiencia grata, piensa que se generó mucho diálogo respecto al arte urbano:”Sigue sirviendo de algo que pongan un tag en un mural que tiene algo diferente. La gente empieza a hablar. Ahora está pasando mucho con “Zombra” en Ciudad de México”, ejemplifica Rosario sobre el caso del mural hecho por la estadounidense Sarah Andersen.

El diálogo o reflexión que menciona Rosario es lo que su compañero Roberto destaca en la propuesta de ambos en el arte urbano. “Preferimos que sea un diálogo con la comunidad”. Y no por ello su creación deja de ser contestataria, pues sabe que no necesariamente tiene que abordar el rechazo o desacuerdo con los gobiernos. “Al final, los mensajes son sociales. Pensamos más en eso que en los reglamentos, o si el municipio va a decir esto o aquello”.

¿HAY VACÍOS? ¿SON NECESARIAS LAS ESPECIFICACIONES?

Los reglamentos y planes se refieren a las fachadas y cómo han de pintarse. Incluso en el artículo 50 del Plan Parcial de Conservación de la ciudad de Oaxaca se dice que “Las pinturas que se apliquen en las fachadas dentro del perímetro del Centro Histórico deberán ser preferentemente colores a la cal, o cualquier pintura en acabado mate”.

También que “se utilizarán un máximo de dos colores”. Pero en las prohibiciones, ¿hay algo específico que señale murales, grafitis o esténciles? “No se ha llegado hasta esa especificación”, comenta Fernanda Martínez, del Centro INAH Oaxaca.

Ella dice que aún se analiza hasta dónde se podría permitir algo.

Pensando en la exposición hecha en el IAGO hace unos años con el colectivo Lapiztola, ¿es posible conseguir un permiso temporal que justifique la intervención con fines de exposición?, se le plantea. “En realidad, no. Como no está permitido, ni siquiera se puede pedir un permiso”. En algún momento hubo una propuesta para hacer un poco más flexible la ley, al pensar que se trata de un arte efímero, señala. “Se pensó permitir realizar en ciertos espacios en un tiempo determinado ciertas exposiciones”. Pero estas propuestas, no han prosperado.

CUANDO LA AUTORIDAD INCENTIVA O INFRINGE LA LEY

Las autoridades, ahonda el colectivo Lapiztola, están retomando el arte urbano. Así lo han percibido con el ayuntamiento municipal. Pero esta perspectiva, detalla, “tampoco es tan favorable para los artistas urbanos”, cuenta Rosario.

Para Roberto, acciones como éstas se relacionan con lo que hacen algunos gestores que “aprovechan el arte urbano para otros beneficios que no son sociales, como la famosa gentrificación. En otras ciudades, meten primero a artistas urbanos y luego cafés y galerías…”

El año pasado, el ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca promovió la creación de un mural alusivo al aniversario luctuoso del compositor Macedonio Alcalá. La obra permanece en el Jardín Carbajal, dentro del polígono del decreto de 1976.

¿Qué pasa cuando es la misma autoridad la que incentiva este arte? La restauradora Fernanda Martínez dice que “ahí tenemos fallas. Creo que los tres niveles de autoridad, federal, estatal y municipal, tenemos que ir de la mano para promover realmente la conservación. Algunas autoridades se han dado cuenta que para la cuestión artística, cultural y hasta turística es importante incentivar este tipo de expresiones y lo han hecho, en contra muchas veces de la misma reglamentación”. Ejemplo de ello, señala, fueron los adornos de fachadas de las pasadas fiestas de muertos. “Está prohibido realizar este tipo de cosas, está muy claro en el plan de conservación. Aun así, la autoridad decidió hacer esta promoción para incentivar el turismo”.

Para la especialista, el arte urbano “se sigue prohibiendo completamente, a pesar de que evidentemente la ciudad de Oaxaca es un semillero de talentos pictóricos y que la expresión se está dando en los muros, y que ya tenemos ciertos artistas que hasta la gente busca para ver sus murales o fotografiarse en ellos”.